Descansar o pasear tranquilamente por la ciudad escuchando alrededor cómo explotan de forma indiscriminada y a cualquier hora petardos de sonido atronador manipulados por niños y mayores se ha convertido estos días de fiesta en una práctica habitual y generalizada contra la que muchos cordobeses, a través de las redes sociales, reivindican una acción policial más contundente.

El bando municipal, rubricado a principios de este mes por el alcalde, José Antonio Nieto, en el que se prohíbe expresamente la venta, manipulación y uso de artificios pirotécnicos en vías públicas o privadas "salvo que se tenga expresa autorización municipal", no parece haber tenido mucho efecto este año, a pesar de que la multa puede llegar a los 300,5 euros.

Según la concejala de Seguridad, Carmen Sousa, que no pudo dar cifras sobre el número de sanciones interpuestas hasta el momento, "hay patrullas de policías locales en la calle, incluso de paisano, vigilando esta práctica, pero resulta muy complicado perseguir esta prohibición porque solo se puede sancionar si se pilla a la persona in fraganti ". De ahí que la policía haya hecho un llamamiento "para pedir a los ciudadanos que denuncien los casos que detecten, tanto de venta ilegal como de manipulación", asegura la concejala, que insiste en que "aunque no ha habido incidencias que lamentar hasta el momento, es sumamente peligroso y desaconsejable tirar petardos de forma incontrolada", destacó, tanto para las personas, y en especial para los niños, como en el mobiliario urbano, que se puede ver afectado por el uso masivo de estos artefactos. Por muy incomprensible que resulte, aunque la manipulación está prohibida, la venta es legal si el establecimiento está autorizado y según Sousa, "este año hay al menos un par de lugares más con permiso que en años anteriores, lo que puede explicar que haya más gente con petardos".