Mitad anécdota, mitad rifirrafe. Ocurrió cuando hablaba uno de los inspectores de Hacienda, en concreto el que se está mostrando más vehemente en el desarrollo del juicio. Después de calificar como «impresentable» tanto las depreciaciones de existencias que practicaron en el grupo como el hecho de que la contabilidad del 2006 «no estuviera cerrada durante años», el inspector dijo: «Rafael Gómez es lo que es. Es como si fuese Dios». Se refería a que «es socio de muchas sociedades, es persona física...» y resulta «difícil saber cuándo actúa de una manera o de otra». Incluso apuntó, a modo de ejemplo, que el empresario regaló un monumento a Torremolinos para que pusieran una calle «a su nombre y no al de Arenal 2000».

Estos comentarios levantaron un pequeño revuelo en la sala y llevaron al abogado de Rafael Gómez, en el momento que tuvo la palabra, a afearle al inspector su «tendenciosidad». Además, insistió en recordarle, como ya había hecho el lunes, en que «no lo considero perito» porque fue uno de los que levantaron las actas y está «contaminado».

Después de que el fiscal retirase el lunes la acusación por un delito, Rafael Gómez se enfrenta a penas que suman 40 años de prisión por diez delitos contra la Hacienda Pública. Sus cuatro hijos, a 19 años y tres meses por otros siete. El fiscal cifra el fraude en casi 53 millones de euros. R.H.