«Las cosas se hacen bien, o no se hacen» o «el fin justifica los medios». Estas son dos frases que abogan por dos actitudes contrarias y que plantean hasta qué punto es importante el fondo y hasta qué punto lo son las formas. En el Pleno de ayer, oposición y gobierno se tiraron los trastos a la cabeza en torno a este tema. Por más que los concejales de todos los partidos parecían convencidos de que hacer obras ampliamente demandadas por los vecinos de Córdoba, construir una planta de compostaje para Sadeco o renovar los autobuses de Aucorsa para que dejen de funcionar por falta de aire acondicionado, las partes no lograron ponerse de acuerdo en cuanto a las formas. Para el gobierno, aferrarse a las formas no es más que un pretexto que permite a los grupos contrarios a sus planteamientos «escudarse en informes técnicos». Para la oposición, obviar tales informes, olvidarse de las formas, es una irresponsabilidad. Ganemos, en territorio supuestamente neutral, se limitó a decir que sí, que las formas son importantes, que hay que planificar mejor, pero que por esta vez, valía.

En ese trajín de acusaciones sobre la forma en que se tramitan los expedientes, los concejales también perdieron las formas, obligando a la alcaldesa a llamar al orden y al respeto del turno de palabra. Del tema principal, la cosa derivó en la definición conjunta del concepto república bananera, acusaciones de corrupción sobre la gestión de facturas, la apasionada presentación de recortes de periódico a modo de actas notariales, reproches sobre filtraciones a la prensa o confesiones del tipo «yo he dicho muchas tonterías en la oposición» o «ya me gustaría a mí estar en el Congreso aprobando leyes y no aquí». Sobre las formas, que cada cual saque su propia conclusión. A.r.a.