El Círculo de la Amistad se quedará pequeño la noche del jueves 9 de marzo durante la cena homenaje que se celebrará en honor de Rafael Campanero Guzmán, expresidente del Córdoba CF, presidente honorífico del club y su socio número uno. Campanero tiene 4 hijos, 8 nietos y 10 bisnietos, una familia de la que se siente muy orgulloso. Este homenaje, llamado 90 años de amor por Córdoba, porque son nueve décadas las que Rafael Campanero ha vivido y entregado a su querida Córdoba, ha sido organizado por el Real Centro Filarmónico de Córdoba Eduardo Lucena, entidad de la que Campanero fue presidente. Nacido en Almodóvar del Río (el 28 de julio de 1926), este cordobés fue uno de los impulsores del Córdoba CF, del que fue presidente en tres ocasiones distintas, durante las cuales se consiguieron tres ascensos, uno de ellos a Primera División en la temporada 1970/71; un segundo (periodo 1984/85) en el que contribuyó a sacar al equipo de Tercera División y el tercero en la temporada 2006/07, tras el que el equipo blanquiverde ya no ha dejado de militar en Liga de Fútbol Profesional. Rafael ya no va a partidos de fútbol, ni los escucha, para no ponerse nervioso. Solo se interesa por el final de los encuentros y por el resultado. Disfruta con la música clásica (Mozart, Vivaldi o zarzuelas como Doña Francisquita). También fue presidente del Ateneo Popular de Almodóvar y posee numerosos premios, entre ellos la Medalla de Oro de la Ciudad de Córdoba o el Cordobés de los Cordobeses, que le entregó Diario CÓRDOBA en el 2007. Por otro lado, este empresario fue candidato por el PP a la Alcaldía de Córdoba en las elecciones de 1991, que IU ganó con Herminio Trigo, mandato en el que Rafael fue concejal en la oposición. También fue presidente de Emacsa con Rafael Merino como alcalde y consejero en Cajasur.

-¿Quiénes van a acompañarle en este homenaje?

-Además de mi familia imagino que va a haber una gran afluencia de amigos, porque aunque nací en Almodóvar llevo ya 60 años viviendo en Córdoba, vinculado a muchos ámbitos, no solo del deporte. Empecé a trabajar con solo 13 años y, por eso, me he relacionado siempre con gente más mayor en el mundo de los negocios. Muchas de esas personas ya han fallecido. Ahora tengo amistad con nietos de esos amigos. Cuando me acuesto por la noche hago recuento de lo que he hecho durante el día, voy recordando a personas y me veo reflejado en ellas de una forma determinada, porque hay muchas personas, no solo de mi familia, que me ayudaron muchísimo.

-¿Qué importancia ha tenido para usted el Real Centro Filarmónico Eduardo Lucena?

-Toda. Siendo directivo del Córdoba CF, cuando el club tenía la sede en la calle San Fernando, me cogía de paso el Centro Filarmónico. Asistía a los ensayos y me tomaba una copa de vino con ellos. Poco a poco me vinculé a la directiva hasta llegar por primera vez a la presidencia de este centro en 1965. Fue una época muy buena, en la que se hicieron muchas cosas que sería imposible de mencionar aquí, entre ellas la creación del coro de mujeres, que antes no existía; el impulso de una beca que la ganaron artistas como el tenor Fernando Carmona, o la actuación que el centro ofreció en la Catedral en una misa, que se retransmitió para toda América. Hace muchos años intenté sin éxito, que por medio de la Junta, del Ayuntamiento y de Cajasur, este centro filarmónico fuera el que aglutinara la música clásica andaluza, algo como lo que en el País Vasco y a nivel nacional representa el Orfeón Donostierra. No lo conseguí. Al contrario, se han creado en Córdoba muchos coros y los que forman parte de ellos tienen mucho mérito porque dedican parte de su vida a la música, cuando hoy en día existen demasiadas ocupaciones y muchos otros entretenimientos, no como antes que como no había tele ni internet pues se vivía el ocio de otra forma.

Rafael Campanero se quedó huérfano a los 10 años tras ser asesinado Manuel, su padre, en la Guerra Civil y apenas disfrutó de su madre, Amadora, porque ésta murió cuando él tenía 3 años.

-¿Recuerda los años de la Guerra Civil?

-Por desgracia sí y pido que no vuelva a haber una guerra de hermanos contra hermanos. Fui testigo de bombardeos tanto en Almodóvar como en Córdoba. Asesinaron a personas que no habían hecho absolutamente nada. Mi familia era de derechas, pero mi padre en un momento determinado votó a un partido de izquiedas. Los huérfanos de un lado y de otro que quedamos vivos seguimos siendo amigos. Mi tía Rafaela, hermana de mi padre, se hizo cargo de mí y de mis dos hermanos, y también era nuestro tutor mi tío Pepe.

-Su padre fue ferroviario. ¿Ayudó a fundar el colegio Ferroviarios?

-Sí. Mis hermanos y yo veníamos en el tren a Córdoba todos los días, junto a otros chavales de Posadas y Almodóvar, para ir a este colegio. Recuerdo con mucho cariño a mis maestros. Mi enseñanza también siempre han sido los periódicos desde que empecé a leerlos con 7 u 8 años, ya que te hacen estar en la vida cotidiana. En el colegio llegué hasta donde pude y por eso he procurado en la vida no dedicarme a lo que no sé. Cuando ahora salgo a andar paso por delante a veces del colegio Ferroviarios. Me gusta mucho el entorno de la plaza de Colón. En la época del colegio ya empecé con los negocios porque compraba novelas y revistas en Córdoba y las revendía en mi pueblo.

En el ámbito empresarial Rafael Campanero fue fundador, entre otros muchos negocios, de la firma de electrodomésticos y deportes Fernández y Campanero, muy popular en Córdoba, así como de la empresa constructora que levantó unas 580 viviendas en la barriada de Edisol, junto al antiguo cuartel de Lepanto. Antes de instalarse en Córdoba, a los 30 años, Rafael tenía la vida ya resuelta en su pueblo, donde tenía tres negocios que dejó a su socio Juan Merinas Cuestas (una paquetería, otro dedicado a la venta de porcelana y útiles de cocina y Tejidos Rafael). También era por entonces representante de conocidas firmas de la época.

-¿Dónde puso su primer negocio en Córdoba capital?

-En la calle Málaga, aunque también tuve tiendas en otras calles céntricas. De socio tenía al ya fallecido José Luis Fernández Castillejo, una persona extraordinaria. Mi primer negocio fue de electrodomésticos y deportes. Aún no había llegado la tele a Córdoba. El primer televisor que vendimos fue para Santa Elena. Después, ampliamos el negocio a los muebles y me embarqué en la construcción de la barriada de Edisol, con unas viviendas de calidad con mayúsculas. Hice una sociedad con 25 o 30 socios, siendo yo el socio mayoritario. Había cola para comprar las viviendas.

-Fue además, durante los años 60, presidente de la Federación Provincial de Balommano.

-Sí. Siendo alcalde Antonio Alarcón y concejal de Deportes Rafael Baena conseguimos que los domingos se cortara el tráfico en Puerta Gallegos, ante tanta afluencia de público como asistía a los campeonatos nacionales. He tenido suerte de que todos los alcaldes de la ciudad siempre han colaborado conmigo en todas mis facetas.

-El fútbol le ha dado disgustos. ¿Pero también alegrías, no?

-Me vine a vivir a Córdoba por el fútbol y di empleo en mis establecimientos a varios jugadores del Atlético Cordobés. En Almodóvar tenía un equipo, del que era presidente, que hoy estaría en Segunda B. Teníamos a un portero destacado que se llamaba Vicente. Me pidió el Córdoba CF que se lo trasplasara y como me sentía muy orgulloso de ofrecer un jugador al Córdoba ya me sentí pagado y no cobré nada por el traspaso. Esa temporada el Córdoba subió de Tercera División a Segunda B. En 1956 me encargaron que hiciera el primer equipo juvenil de la historia del Córdoba CF (entonces Atlético Cordobés y luego Córdoba B) y tuvo mucho éxito y eso fue lo que me empujó a quedarme en Córdoba. Los triunfos del Atlético Cordobés y los del Córdoba CF me han dado muchas alegrías. He hecho muchos amigos en el fútbol y conocido a muchos jugadores. En toda mi vida no me ha llamado un jugador para discutir nada. Y habiendo tenido tantos negocios no he tenido que ir ni una sola vez al juzgado.

-¿Ha invertido mucho de su patrimonio en el fútbol?

-Sí, el fútbol me costó más dinero del que le podía decir a mi familia. Cuando me hice cargo por primera vez del Córdoba CF fui a pedir 5 millones de pesetas a José María Padilla, presidente del consejo de administración del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. Y me dijo que para el Córdoba CF no me los prestaba pero a mí sí. Me concedió el préstamo, porque yo entonces no tenía patrimonio para eso, y destiné el dinero a las primeras pagas con las que me puse al día con los jugadores. He procurado siempre no llevar la tesorería y que los tesoreros no fueran amigos ni familiares. En 1975 cuando me fui del Córdoba CF, en mi primera etapa, el club estaba saneado. Me equivoqué entonces al irme.

-Cómo empresario, ¿cuántas crisis económicas ha afrontado?

-La crisis última ha sido la más grande. He pasado también anteriormente momentos de austeridad. España ha perdido los diez últimos años. Pero soy optimista. Tengo mucha fe en que los partidos políticos de España, que no son radicales, se unan para conseguirlo. Hay que intentar lograr que haya el máximo de personas trabajando y que se puedan subir los sueldos, para que la crisis se note menos en las clases medias y bajas. El populismo no me gusta, prometer lo que no se puede. Antes debe haber un presupuesto y luego prometer. Con tantos negocios que he tenido he cumplido mis deberes perfectamente y nunca me han abierto expedientes. Tengo esperanza de que la corrupción se va a acabar. Ha habido muchos corruptos, pero también hay mucha gente honrada en este país. Yo he estado de concejal en el Ayuntamiento y, tanto entonces como en todas las etapas, no se ha cometido irregularidad alguna por parte de ningún alcalde, ni de izquierdas ni de derechas. Durante mi etapa en la política mi discurso siempre estuvo basado en que «Córdoba siempre estaría por encima de cualquier ideología». Mis 4 años de concejal fueron fenomenales.

-¿Qué diferencias puede señalar entre la imagen que tenía Córdoba como ciudad antes de la democracia con la actual?

-Son muchísimas. Pero, al margen de la propia imagen física de la ciudad y de todo lo que ha crecido tanto en barrios como en vías de comunicaciones interiores y exteriores, Córdoba era entonces muy distinta porque tenía industrias como la Letro, Carbonell o la fábrica de cementos. Pero ahora grandes empresas no tenemos. ¿Qué ha fallado? Podíamos estar mucho mejor contando con las buenas comunicaciones de que disponemos. Y todo el sector productivo y el empleo no pueden recaer en el turismo.

-¿Y es asiduo de las tabernas?

-Lo era más antes, pero me cuido mucho ya por la edad.

-Se conmemora este año el nacimiento de Manolete. ¿Pudo verlo alguna vez torear?

-Sí. Lo vi torear muchas veces en Córdoba, en Sevilla, hasta en Algeciras. Iba a las corridas y novilladas del Coso de los Tejares, con El Pireo, Zurito, José María Martorell o Rafael Lagartijo. Soy muy amigo de Manuel Benítez El Cordobés y fui muy amigo de Calerito. En Almodóvar del Río había ganaderos de reses bravas y tentaderos. Pero como ya me vinculé al fútbol y viajaba mucho, pues dejé de ir tanto a los toros. A Zurito lo tuve además en la directiva del Córdoba CF.

-Como presidente del Real Centro Filarmónico, ¿tuvo mucha relación con intelectuales como los del grupo Cántico?

-Efectivamente, he admirado mucho el trabajo de Cántico y de otros artistas cordobeses. También fui miembro de la Liga Profesional de Fútbol y de la ejecutiva, compartiendo reuniones con expresidentes de grandes clubes como Ramón Mendoza (Real Madrid) o José Luis Núñez (Barcelona). Además, fui presidente del Sindicato del Espectáculo, pero no cobraba en ningún lado. Me he preguntado muchas qué hubiera sido de mí si el tiempo que he dedicado a todo esto lo hubiera empleado en los negocios, pero vivo bien. Mis nietos y mis bisnietos me tienen loco. Me da mucha alegría que la gente me salude por la calle y me aprecie en Córdoba y en mi pueblo.

-¿Se imagina de presidente del Córdoba CF ahora con lo que se critica en las redes sociales?

-No estoy en esos foros, pero también me he llevado lo mío. Pero eso va unido al éxito y hay que aguantarse, a pesar de que es duro, sobre todo para la familia.