El clásico pasacalles de coros rocieros volvió a dar vistosidad al recinto de El Arenal, cuyos habitantes pudieron disfrutar un año más de un repertorio popular a cargo de voces entrenadas envueltas en mil colores. Unas quince agrupaciones de todos los barrios de la ciudad se dieron cita en la Puerta del Puente para hacer el camino hacia el recinto ferial y llegar triunfantes a la Caseta Municipal, donde fueron recibidos por las autoridades y numeroso público. «Esto es maravilloso, porque es el único día del año que nos reunimos todos los coros de la ciudad como si fuéramos uno», señaló ayer la directora de Sol y Luna, Amalia Marín, que asegura que preparan con tiempo sus trajes y abalorios para este encuentro, en el que cada coro luce su propio uniforme, así como los repertorios, que a lo largo del recorrido van cantando según su turno.

«Cada uno tiene sus propias canciones, y vamos interpretándolas uno detrás de otro, intentando no pisarnos unos a otros», algo que no es fácil considerando el numeroso grupo que crean estas agrupaciones. «No hay palabras para definir este evento», continúa entusiasmada la directora de Sol y Luna, que asegura que todos los coros «se respetan mucho» y esperan su turno. Tras el camino, llegó el refrigerio, antes de seguir cantando en otras casetas.