Ganado: toros de Jandilla, desiguales de presentación, descastados y flojos. Corrida vacía en general, sin contenido, aunque cuarto y quinto apuntaron algo más.

Juan Serrano ´Finito de Córdoba´: dos pinchazos y cinco descabellos (silencio); y pinchazo, media tendida y trasera, y descabello (silencio).

José Antonio ´Morante de la Puebla´: media estocada defectuosa (ovación); y media estocada (una oreja).

Sebastián Castella: su primero fue apuntillado antes de entrarle a matar (silencio); y estocada (silencio).

Plaza: La Maestranza. Lleno de "no hay billetes" en tarde de nubes y claros.

Una oreja para Morante y, sin embargo, apenas nada. La corrida de ayer en Sevilla no dejó poso alguno. Y no lo hizo fundamentalmente por los toros. El encierro de Jandilla, sencillamente, no funcionó. Toros en el límite, y menos, de la casta y de las fuerzas, y así, unas veces parados y otras cayéndose, incluso rozando el escándalo, como en el caso de tercero, que tuvo que ser apuntillado sin que tan siquiera cogiera la espada el matador de turno. Corrida, además, mal presentada por desigual, con algunos ejemplares feos de hechuras y tipo. Así que en este contexto, la disposición de Morante con el quinto fue argumento suficiente para el premio, una oreja de poco peso para la que también contó el calor de su gente. El resto, vacío.

Y de vacío, un año más, salió Finito de La Maestranza. No tuvo toro en su primero y tampoco terminó de estar él en el cuarto. En el que abrió plaza, animal que viajaba ya al paso en el capote, que no admitió nada más que dos picotazos en el caballo y que se fue a la arena con nada que se le obligó algo en banderillas, nada de nada. El torero no pasó de las probaturas, aunque no había para más. Incluso antes de cuadrarlo para entrarle a matar claudicó el jandilla , sin casta ni fuerza. Mal presagio para el resto de la corrida, más tarde confirmado.

SIN CONVENCER El cuarto, segundo de Finito, al menos se movió. No llevaba dentro nada del otro mundo, pero pasaba queriendo apuntar algo bueno. Esta circunstancia y que Finito estuvo delante sin terminar de convencerse terminaron por poner al público de parte del animal. No era para tanto, pero el torero puso lo suyo para que el tendido se decantase por el toro. Despegado al manejar la izquierda, por el derecho estuvo entre desordenado y un punto acelerado, en definitiva, sin centrarse, sin terminar de meterse para ayudarle a desarrollar. Así que desde arriba se vio más toro que torero, que no convenció a nadie.

Otra actitud tuvo Morante, al menos suficiente para maquillar la tarde. La apuntó en su primero, animal que no remataba el viaje, al que le faltaba un tranco, de recorrido escaso, pero al que acertó a dejarle la muleta puesta para tirar de él con suavidad. No pasó de correcto el hombre, al que le faltó también cruzarse más, pero la pulcritud con la derecha en series cortas y la gracia en lo accesorio fue bastante para recoger una ovación.

El público, su público, estaba con el sevillano, y más aún en el quinto, un mansito que medio se dejó y con el que el torero estuvo muy dispuesto. Antes, además, pinceladas con el capote marca de la casa. En el saludo, dos verónicas de sabor morantista y en el quite, una media con mucha tela arrastrada y de exquisita interpretación.

Ya con la muleta, con el toro embistiendo tambaleante aunque con voluntad de seguir el engaño, a pesar también de dar signos de mansedumbre, el torero se cruzó, lo obligó y le aguantó sus parones mostrándose, por momentos, arrogante. Y entre tanto, el animal cada vez más rajado, aprovechando el hombre los viajes con cierto gusto, aunque contando siempre más la actitud que el conjunto artístico. Pero su plaza lo celebró mucho, tanto que también le pareció suficiente la media estocada final para darle una oreja que fue excesivo premio.

SIN LOTE El que no tuvo toro alguno fue Castella. Su primero comenzó a pararse en banderillas y acabó tumbado al llegar a la muleta, tanto que hubo que apuntillarlo sin más. Un escándalo, mucho más con lo que ya había saltado antes, pero Sevilla traga lo indecible.

Y el sexto, distraído y soso nada más salir al ruedo, además se rajó pronto. Curioso que lo brindara el francés y que planteara faena en los medios. El animal, manso, no quería nada, pero mucho menos allí, así es que buscó las tablas con tanta prisa como el público la calle mientras hablaba de fútbol.