El marqués de Prado, Manuel Heredia Halcón, es un personaje peculiar. Hasta hace un años se definía como un arquitecto que tenía como vocación el olivar. Ahora dice que es un empresario del aceite que tiene como hobby la arquitectura. Afición y profesión se han unido en este empresario, nacido en Madrid, para construir en la finca familiar que posee en Albendín (Baena) una moderna almazara y fabricar un aceite multivarietal amparado por la denominación de origen Baena y el Comité Andaluz de Agricultura Ecológica.

Tras sus reconocimientos por la calidad de su aceite en el distintivo cordobés y en Biocórdoba, Cortijo Suerte Alta recibió ayer el premio de la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) al ser distinguida como la mejor almazara de España, compartiendo reconocimiento con la Hacienda Queiles, de Tudela. El jurado ha valorado sus modernas instalaciones, el empleo innovador en sus materiales constructivos (acero inoxidable) y la calidad de su aceite.

El cortijo de Suerte Alta está situado en la margen derecha del río Guadajoz. La historia olivarera de esta familia se inició en 1924. Entonces, los marqueses de Bedmar iniciaron la transformación en olivar de la finca destinada hasta entonces a dehesa y cereal. Las plantaciones que se hicieron fueron de picudos, hojiblancos y picuales, mientras que la aceituna se molturaba en el caserío situado en la misma finca y en otro emplazado en Cabra. El actual propietario es el marqués de Prado, nieto de los anteriores nobles. En 1986 asumió la gestión de la explotación y culminó la plantación de olivar, ya con árboles de un solo pie. Su reconversión a cultivo ecológico se produjo en 1996, bajo el control del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE), comenzando entonces la transformación en regadío de las 255 hectáreas de la finca. Cada año produce unas 250.000 kilos de aceite, aunque no será hasta este verano cuando comenzará a embotellar su primer virgen extra e iniciará la promoción de un zumo que está dirigido al mercado nacional e internacional con la seguridad añadida de la trazabilidad. "Todo el aceite procede de nuestras fincas", asegura Manuel Heredia, que ha concebido un moderno edificio bioclimático diseñado para minimizar el consumo de energía y garantizar la conservación y estabilidad del aceite en la bodega. Así, la construcción se ha integrado con el conjunto del cortijo existente, enterrando parcialmente el volumen de la bodega y protegiendo el edificio con pérgolas, pantallas vegetales y paneles de energía fotovoltaica del sol del verano. Eso le permite mantener una temperatura ambiente adecuada para la conservación del aceite, sin necesidad de aire acondicionado. Para ello emplea un sistema de cámaras de aire ventiladas pasivamente en función de la temperatura exterior. Así, el verano pasado la temperatura máxima que se alcanzó fue 23 grados sin consumir electricidad. Además, toda la energía que consume la produce a través de las placas solares que también dan sombra, y quema el hueso de la aceituna para alimentar la caldera de climatización y agua caliente. "Somos conscientes de la dificultad, pero estamos convencidos del proyecto. Hay aceites muy buenos y de mucha competencia, pero tenemos muy claro que hay que buscar diferencial, calidad muy alta, producción ecológica y con denominación", asegura el marqués.