Flavia, la elefanta del zoo, ya no tiene dientes de leche. Aun así los molares que luce ahora volverán a caérsele dos veces más en su vida y, como casi todos los mamíferos, una vez que pierda toda su dentadura (cuatro muelas y dos colmillos) morirá. Tranquilos, aún queda. "Imagínate el desgaste de esos dientes para triturar entre 200 y 225 kilos de comida diariamente", comenta Javier Quijada, subdirector del zoo, que explica que en la India los dueños de elefantes domesticados llegan a ponerle prótesis para alargar la vida de sus mascotas . Es mejor no pensar en las cifras que cobrarán los dentistas indios por una buena dentadura postiza de elefante. Qué barbaridad. Flavia, al menos, no se ha quedado mellada porque las muelas se caen al ser empujadas por las nuevas.

La última muela de leche de Flavia mide 30 centímetros de alto por 10 centímetros de ancho, por lo que, lógicamente, el ratoncito Pérez no ha podido llevársela. Por eso, los responsables del zoo han decidido enseñarla en sus programas educativos gratuitos para niños, que "flipan" con el dientecito de la elefanta, ironiza Javier Quijada, subdirector del zoológico. Ir al zoo es una de las maneras más divertidas de aprender: "Normalmente solo se conoce la vertiente lúdica del zoológico, pero estos recintos tienen tres patas más: la formación, la investigación y la conservación". Todo lo que rodea a Flavia despierta curiosidad en la ciudad que la adquirió por suscripción popular en los 70. A sus 35 años, la elefanta tiene el reloj biológico enloquecido. Además, es una elefanta asiática que a diferencia de las africanas es mucho más dócil y sociable, necesita compañía. Los responsables del recinto barajan tres soluciones para Flavia: buscarle una amiga hembra (no puede ser macho porque es imposible controlarlo en la época del celo); inseminarla (una opción casi descartada por cara); y llevarla a algún otro zoo para que se eche un novio: "Con una cría Flavia será la elefanta más feliz del mundo". La dificultad de trasladar a Flavia es evidente. No es fácil montar un elefante en un camión sin que proteste. Por eso, se ha iniciado un programa de adiestramiento y se irá viendo cómo evoluciona. En esta línea, el programa de bienestar animal se extiende a otras especies. Por ejemplo, a los monos de Gibraltar se les está dando la fruta dentro de una bola para que tengan que abrirla si quieren comer. "Así jugamos con ellos y evitamos que se aburran y se depriman". Volviendo a Flavia, y si finalmente se decide buscarle una amiga tendrá que ponerse en contacto con otros zoos. Para eso, el de Córdoba (de los pocos 100% público) entrará en la asociación ibérica de zoos y acuarios (AIZA), un red que comparte experiencias y que permite reordenar la colección de cada uno de los espacios. Las obras de ampliación del recinto donde vive Flavia están ya en marcha y se espera que en verano estén concluidas.