El refrán podía decir, aunque no lo he leído u oído en ningún sitio, que "dime qué lencería usas y te diré quién eres". La verdad es que se trata de un tema que nunca ha llegado a angustiarme. Pero de todas formas, y dado que el asunto tiene su opción, su cultura, y desde luego su arte, me ocupo hoy del tema, y más en domingo, y en la última página, cuando toda la semana ha pasado ya por nuestros ojos y corazón: lo bueno, lo malo, lo peor, la sangre, la calle, la gente...

Lencería es distinto de lancería, que es el asunto que de la lanza trata, que ahora se lleva tanto, y si no ahí está ese Juego de tronos, que enciende las ciudades del sur, y entre otras la nuestra, que es la mejor, y si no a los resultados me refiero. Cuando estrenen la serie, digo.

A ver. Hay lencería en las páginas de moda de las revistas, mucha y presentida,º aunque no se vea. Puntas de encaje, sobre la rodilla a veces, y asomos en el pecho, a veces para ocultar algo, que lo bueno de la lencería es eso: siempre hay que dejar algún misterio a última hora.

Escribo de la tonadillera Pantoja, doña Isabel, cuando aún no hay desnudo judicial definitivo. Dije hace algunos días en la tele del sur que no iría a la cárcel, no por que no lo merezca, que quizá sí lo merece, sino por los jueces, que tienen la palabra.

Por cierto, que llevo mucho tiempo deseando decirlo. Me gusta, y mucho, la juez Mercedes Alaya, cuando hace el paseíllo, valiente, bella, decidida, camino de su despacho, sin que le tiemble el pulso. Ojo, que escribo de su actitud, de su forma de caminar, de vestir, de llevar la cabeza baja, pero alta-

Y ahora a otra cosa, mariposa. Lolita, en el Teatro Español, oiga, a solas, con ella misma, haciendo su monólogo. Está im-pre-sio-nan-te. Hermosamente salvaje, tiernamente dulce, mostrando con la fiereza de su edad extraordinaria su palabra, su silencio. Yo, que la he visto crecer, y que de vez en cuando me permite el par de besos de la ceremonia, me da fuerza como me la daba su madre con solo darme la mano. ¿Para cuándo sus memorias?

Hay lencería fina, finísima, profunda, del color de la carne, que ahora se lleva tanto, en la música de Paco de Lucía, visto por su hijo, Curro Sánchez, que les recomiendo. Es gloria bendita.

¿Y qué me dicen del tatuaje de Sara Carbonero ? La presentadora, que tiene un punto de cordobesa, nos muestra su marca, que el tatuaje es la lencería del sentimiento verdadero. Y en las pocas letras, en el sotobrazo, escrito el nombre del hijo, mientras el padre, Iker, bueno, pues ya vieron ayer que está en forma. ¿Y qué me dicen de la serie de televisión Adán y Eva, sin lencería, sin vestidos y sin manzana. Un cordobés, al desnudo, ha sido protagonista de la primera y polémica entrega.

Me despido este domingo deseándole felicidades a los rafaeles y rafaelas, aunque con unos días de retraso. Pero ya se sabe que todos los santos -y el nuestro arcángel---, tienen su octava. Un abrazo.