Aunque sé que ya con esta sola palabra de titular jamás entraré en vuestra Academia, aunque sea de honorario, que llevo 50 años escribiendo, a Córdoba, de Córdoba, desde Córdoba y para Córdoba, me lo juego todo a una carta. Porque, vamos a ver, ¿no se parecen físicamente al menos una guitarra y una raqueta, respetando siempre las distancias? ¿Pues no es una raqueta de tenis como el esqueleto, qué fea palabra, de la guitarra? ¿A que parece como si una guitarra se hubiera quedado en los huesos?

Además tiene cuerdas la raqueta, como la guitarra, y necesita de una mágica muñeca para funcionar, y a veces suena a gloria bendita ¿pues no es en un ruedo taurino, y sobre tierra, el albero del tenis, donde mejor suena la guitarra? A mi compadre Curro Romero (por cierto, don Curro, felicidades por lo del Betis) le hacían sonar la sonanta, perdón por el juego de palabras, a caso hecho, cuando daba algún lance de capa en la Maestranza.

Y además, ¿no ha sido un festival lo del tenis en Córdoba, haya costado lo que ha haya costado? ¿Pues no tienen un cierto aire torero los que manejaron la raqueta, que por cierto se han ido felices de Córdoba, y están deseando volver? ¿Pues no ha sido posible poner a Córdoba en los papeles de todo el mundo de forma original y artística, además de con su ya mundialmente famoso Festival de la Guitarra?

¿Y no se parece el Pele, por ejemplo, que le han hecho caballero mayor del vino de Montilla (bienvenido a la cofradía, maestro), cuando cambia el tercio y echa la sangre por la boca del cante, como cuando Rafael Nadal da ese grito formidable que se oye en todo el planeta? En fin, elucubraciones, ya saben, de ahí que el bautismo de este primer perol de otoño lleve el nombre cruzado de la raqueta y la guitarra.

Dicho lo cual. Que anoche me acosté tarde, y eso que pertenezco a la raza de las alondras, como decía el maestro Ernest Hemingway, leyendo Artemis. El origen del Mal , de nuestra María del Pino, que me envía su libro dedicado cariñosísimamente, como dice el maestro Juan Ramón Lucas, el de Radio Nacional, todas las mañanas de todos los días. Es un libro admirable, descubrimiento pleno de una cordobesa, además tan linda, libro lleno de sangre y de poesía, un libro de amor bendito-maldito, recomendado ampliamente, y merecidamente, por el maestro Julio Merino, columnista mayor del reino califal, que tanta memoria me recuerda.

Y Toñi Moreno, en las mañanas de la televisión nuestra. Está guapa y eficaz, como siempre, y además co la raza del reportero en las venas. Enhorabuena, y adelante. Por cierto, Nuria Navarro, que yo no soy, como decías en tu admirable página del otro día, "el apologeta de Ortega Cano", sino simplemente su cronista en Traje de luces, traje de cruces , que sigue llevando, el pobre, aunque vaya de paisano.

Y termino con Juana Martín, más profunda, según los expertos, que triunfó en la Cibeles Fashion de Madrid. ¡Me alegro tanto!