Tengo un amigo, ingeniero agrícola, que siempre que nos vemos me recuerda que él está en el negocio familiar porque se cansó "de la industria del cine". La broma viene porque en los 80, fruto de tantas noches en vela (y no por el estudio) hizo una fugaz aparición en una película de serie B en la que se le podía vislumbrar el rostro de perfil en la barra de un pub. Él jura que se le ve perfectamente por más que se le insista, cronómetro en mano, del tiempo de su presencia, y qué él mismo insiste en congelar. Su aparición en el filme duró lo mismo que necesitó ayer el Córdoba en El Arcángel, lo justo para aprovechar uno de los cuatro errores que le concedió el Bilbao Athletic para desequilibrar el marcador y confiar en esa fama de visitante amable de los 'katxorros', que siguen sin puntuar fuera a pesar del fútbol que despliegan y del que ya se avisaba en la previa.

Porque el partido se resume en un lapsus fácilmente. Y eso que Ziganda decidió salir con una defensa de cinco (tres centrales), con un lateral zurdo en la derecha y con Santamaría y Seguín, titulares, en el banquillo. Con tres en el medio, el conjunto vizcaíno discutía el partido, y algo más, al Córdoba, que presentaba los problemas que siempre ha tenido, sobre todo desde 'lo de Butarque', que obligó a cambiar varios conceptos. Vesga, Undabarrena y Guarrotxena manejaban bien en el medio y rondaban el área de Razak, al que dieron más de un susto en los primeros 20 minutos. El Córdoba, fiel a su idea adaptada durante la competición, también tuvo una llegada al contragolpe de Florin. Esta vez, al contrario que ante la Ponferradina, la estrategia a balón parado no funcionó, por lo que el Córdoba anotó de la única forma que podía hacerlo.

En el mejor momento de los visitantes y cuando la grada empezaba a mostrar algo más que nervios, un error de Undabarrena fue aprovechado por De Tomás, que interceptó el pase atrás del rojiblanco para plantarse en el área, recortar a Óscar Gil y pasar a Florin Andone, que enfilaba a Remiro. Yeray, por detrás, arrollaba al rumano y el colegiado decretaba el clarísimo penalti. De Tomás lanzó la pena máxima y Remiro adivinó el disparo a su derecha, aunque no logró atajarlo.

El partido cambió ligeramente. El equipo de Ziganda acusó el golpe, aunque no renunció a su señal de identidad. De hecho, durante 15 minutos se podía contemplar cierta placidez en los locales, que obviamente eran incapaces de dar tres pases seguidos una vez traspasada la línea de mediocampo, pero al menos contaba con que el adversario andaba todavía dándole vueltas a su error.

Un nuevo fallo atrás de los visitantes, a cargo de Remiro y que no aprovechó De Tomás se convirtió en el despertador para los vascos. En los últimos diez minutos de ese primer acto volvieron a coger el timón del partido, ya que el Córdoba no podía con él, y Vesga volvió a mover al conjunto de Ziganda. Una pérdida en la zona de inicio de Markovic provocada por Córdoba y Guarrotxena finalizó con un disparo cruzado de este último en el pico del área pequeña. El balón rozó el poste izquierdo de Razak, que poco después salió también de su arco para atajar un balón colgado por Unai López en un golpe franco.

Tocaba descansar y recapacitar sobre lo visto y también en lo no realizado. Pero sin herramientas es imposible planear ninguna construcción. Todo se queda en voluntarismo.

Porque también en la segunda parte el fútbol, por momento intenso, sólo lo puso el Bilbao Athletic. Los chavales de Lezama siempre tendrán a su favor una regla que se cumple en esto: cuando tengas problemas numéricos confía en tu fútbol, él te sacará de ahí. Y ellos podrán confiar en él, a tenor de lo visto en anteriores partidos y de lo contemplado, ayer, en El Arcángel, que observó a un Córdoba metido en su área durante 45 minutos y sin salida de balón salvo en un par de pelotazos largos cuando el encuentro moría.

Córdoba puso a prueba a Razak nada más volver de vestuarios y, poco después, un error del ghanés a punto estuvo de costarle un gol a los blanquiverdes. El disparo de Unai López se estrelló en Deivid y los vizcaínos reclamaron penalti. El fútbol de los rojiblancos fluía sobre el césped de El Arcángel a lomos de esa tripleta de mediocampo más Unai y Córdoba, mientras que la ventaja para los locales es que les faltó instinto asesino en los últimos metros. En busca de él, Ziganda desbarató la defensa de cinco y dio entrada a Villalibre por Unai Bilbao. Antes, Luso había entrado en el lateral derecho por el lesionado Héctor Rodas. El partido siguió con el mismo guión. El estrellato era completo para el Bilbao Athletic, que hasta se topó con el larguero de Razak tras un disparo de Unai. Una llegada de Córdoba al área blanquiverde y otra de Saborit, que se encontró de nuevo con el ghanés, fueron el fin de fiesta particular de los bilbaínos.

Cuadra pitaba el final del encuentro y la certificación de los 13 puntos para el Córdoba, cuatro jornadas sin encajar y dormir en puestos de 'play-off'. Y uno no podía evitar acordarse de Juan, de ese momento de gloria momentánea vivido, aunque sabedor de que su carrera en "la industria del cine" iba a ser efímera. El protagonismo, como pasa con el Córdoba, es para otros. En este caso para el Bilbao Athletic, que podrá recurrir a su fútbol en los malos momentos. El Córdoba... Siempre podrá ponerse las cintas o los CDs para recordar sus momentos de gloria numérica. La que vive ahora.