Como ella, tantos y tantos... La sonrisa no se le borró en toda la noche. Todo eran sorpresas. Para llegar a los casi 20.000, muchos iban por primera vez a El Arcángel. A ella, como buena pintora que es, lo primero que le llamó la atención fue un color. "Está chulo el verde del césped con los focos... y el negro del cielo", añadió, antes de la confusión. "¿Pero hoy el Córdoba que va de azul?", se preguntó señalando a los jugadores del Espanyol. Mientras tanto, el hombre de la megafonía seguía con su calvario a la hora de recitar los nombres de los jugadores. A más de uno le sorprendió que ni siquiera se apartara del micrófono para toser. Abajo, los Reyes Magos hacían el saque de honor.

El Espanyol se quedó haciendo piña en el campo y el público la emprendió a gritos. "Que no chiflen tanto, que me molesta", se quejó la chica. "Pues esto no es nada", le avisó su compañero, más acostumbrado. Tuvo que explicarle varias cosas. "Es que el Córdoba nunca pega pelotazos; la toca hasta con los suplentes", le aclaró cuando ella se dio cuenta de algo. "Pasan el balón mucho, ¿no?". El sonreía. "¡Esto no lo hacían ni los titulares del año pasado!".

Otras incógnitas las resolvía ella misma. Por ejemplo, que en una portería hubiera más tierra que en otra. "Eso es porque ha hecho más paradones". Junto a la chica se formaron tertulias más profundas. "Paco debe confiar bastante en sus hombres para poner a tantos suplentes y exigirles que jueguen igual".

El gol del Espanyol dejó a la hinchada helada y a la chica sin saber adónde mirar. "¿Pero no lo repiten?". Su compañero ni respondió. "Es raro, porque te quedas como esperando a que lo repitan", insistía ella.

Justo antes del descanso, Taira se montó en la espalda de un defensor para quitarle el balón. "Se nota que no juega mucho porque no es estilo de presionar", se oyó en la grada, que en seguida se levantó para coger sitio. Los fuegos artificiales inundaron el cielo. "¡A ver si va a reventar el estadio, que ha costado mucho dinero!". La exageración no acabó ahí. "¡Quema el autobús del Espanyol!".

La ironía dio paso al colofón de la fiesta. Dos goles del Córdoba y un estadio en pie alzando sus bufandas, haciendo la ola, cantando de una grada a otra. "¡Si dura treinta minutos más le metemos siete!", exclamó alguien.

Al final no hubo goleada, pero sí una mascota toreando en el centro del campo, unos jugadores aplaudiendo a una afición entregada y una pintora embobada. "¿Te has hecho del Córdoba?". Quién sabe si se habrá hecho, si volverá, pero desde luego se irá con un mosaico de verdes que quizá dentro de un tiempo estén reflejados en un cuadro.