Tradiciones

Amor eterno a la Batalla de la Harina en Ochavillo del Río

Los vecinos de la localidad viven un año más con gran intensidad su particular Miércoles Ceniza, que este año coincide con el día de San Valentín

La Batalla de la Harina de Ochavillo del Río se ha vivido con gran intensidad un año más.

La Batalla de la Harina de Ochavillo del Río se ha vivido con gran intensidad un año más. / EVARISTO GUZMÁN

La historia de amor entre Ochavillo del Río y el Miércoles de Ceniza sigue un año más con la misma pasión o más si cabe. Sus vecinos y vecinas tienen hoy una doble celebración, la tradicional Batalla de la Harina y San Valentín, que ha cambiado el rojo por el blanco. 

Desde muy temprano, los niños y niñas son los protagonistas del evento. En el pueblo es fiesta local y no hay clase. La Entidad Local Autónoma reparte 200 kilos de harina y comienza la batalla, que se concentra en la Plaza Real. Nadie se libra de teñirse de blanco. Los mayores recuerdan a los pequeños que no se arrojen la harina a los ojos.

Un arroz como colofón

Las mujeres son otra parte vital en la tradición. Muchas de ellas se disfrazan calentando motores para el gran día del Carnaval en Ochavillo, que es el domingo de piñata. Algunas hippies, otras de mexicanas y algún mascarón dan color a la mañana. También inician los juegos populares como la comba, la flor de romero, el corro o el porrón, y a mediodía cocinan un estupendo arroz para poner el colofón a la jornada.

Los vecinos más pequeños de Ochavillo del Río han disfrutado a los grande de la Batalla de la Harina.

Los vecinos más pequeños de Ochavillo del Río han disfrutado a los grande de la Batalla de la Harina. / EVARISTO GUZMÁN

Una tradición de más de 70 años

Los orígenes de la Batalla de la Harina se remontan casi siete décadas atrás cuando a la panadera del pueblo, Amelia Castell, le dio por arrojar un buen puñado de harina a una de las clientas, en respuesta a que esta le había echado a su vez sobre la cabeza harina o polvos de talco, no se sabe con certeza. 

Antiguamente estaba prohibido en los establecimientos echarse la ceniza, que era la tradición católica. Amelia, que estaba de riguroso luto por la muerte de su padre y vestida totalmente de negro, le dio tanto coraje que cogió una buena cantidad de harina del saco que tenía más cerca y puso a la vecina como un boquerón. Tal fue la repercusión de este episodio en el pueblo que a partir de ese día se sustituyó la ceniza por la harina, y hasta hoy.

Esta forma de celebrar el miércoles de ceniza es algo único y genuino de Ochavillo del Río, que mantiene la fiesta año tras año disfrutando de un día de convivencia entre pequeños y mayores.

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