REPORTAJE

Una capilla para Acisclo y Victoria

El recinto de los dos santos, patronos de Córdoba, fue destruido en 1908 

Una fotografía sirvió para su reconstrucción en 2008

Con la hornacina: Postal fotográfica en la que se aprecia el estado del Puente Romano hacia 1905.

Con la hornacina: Postal fotográfica en la que se aprecia el estado del Puente Romano hacia 1905. / CÓRDOBA

En Córdoba aún se recuerda la gran polémica que se suscitó hace unos años durante la restauración del Puente Romano y su entorno, tanto por el uso del famoso granito rosa como por la construcción de la capilla dedicada a los patronos de la ciudad, San Acisclo y Santa Victoria. La inmensa mayoría de los cordobeses no poseían memoria alguna de haber conocido este templete en mitad de la pasarela y gran parte de la población la sintió como algo ajeno a su puente, a pesar de que la base de su estructura se mantenía incrustada en el pretil del mismo. Lo que la ciudadanía no conoció entonces es que el equipo de Juan Cuenca, arquitecto responsable de la restauración y reforma del Puente Romano, la Calahorra, la Puerta del Puente y la Ribera, recurrió a la fotografía histórica para documentarse sobre el estado del monumento a finales del siglo XIX e indagar en su situación anterior para acometer tan sensible tarea con el máximo de elementos documentales.

Hace ya algunos años, en España, la fotografía comenzó a ser valorada y reconocida socialmente. Sus valores como medio gráfico son múltiples: informativos, artísticos, científicos o históricos. Pero en el campo patrimonial, aunque con décadas de retraso respecto a otros países europeos, la fotografía se ha convertido en una potente herramienta documental que aporta muchísima información a historiadores, arqueólogos, restauradores o arquitectos sobre el estado y devenir histórico de monumentos y obras de arte. Pero la tarea, hace quince años, de encontrar fotografías históricas del entorno del puente no fue fácil, ya que por entonces no se conservaban demasiadas imágenes cordobesas antiguas de la ciudad. Además, estaban poco estudiadas y no solían aparecer fechadas o bien documentadas. Por todo ello, y a pesar de realizar búsquedas en archivos de toda Europa, fue imposible hallar instantáneas del templete de la pasarela y solo en algunas vistas generales del puente se apreciaba, ampliando mucho la imagen y de forma difusa, la silueta de la capilla de los patronos. Una información gráfica insuficiente pero que fue la única a la que se pudo recurrir como guía para su reconstrucción y recuperación. 

Principios del siglo XX: Dos cordobeses posan durante la restauración del Puente Romano en 1908.

Principios del siglo XX: Dos cordobeses posan durante la restauración del Puente Romano en 1908. / CÓRDOBA

Entre los fondos de un anticuario francés

Hoy, cuando la estructura vuelve a formar parte de la identidad del puente, de forma totalmente inesperada, ha aparecido entre los fondos de un anticuario francés una rarísima postal fotográfica del interior del puente en la que se aprecia con detalle cómo era la antigua construcción antes de que fuera eliminada. La cartulina no posee ninguna información sobre su autor o editor que sirva para datarla. Pero, por su morfología, permite aproximarnos a su fecha de creación gracias al sistema de impresión utilizado, la cromotipia, muy de moda en los primeros años del siglo XX y que recreaba una imagen en color a partir de una en blanco y negro. Pero también por su estructura postal, que es posterior a 1905, año de su implantación por la Unión Postal Universal. La imagen es de gran belleza y hoy es un encuadre cordobés clásico, en la que la Calahorra aparece escoltada por los monumentos del custodio y el de los patronos. 

Precisamente, la destrucción de la estructura original de la hoy capilla de los santos cordobeses se debió a otra polémica restauración del Puente Romano a principios del siglo XX. Esta fue, como las obras de los murallones del Guadalquivir, una histórica demanda de los ayuntamientos cordobeses de la época al Gobierno de la nación ante el estado ruinoso de la pasarela. Para los tiempos de ejecución de cualquier obra en el último siglo y medio en Córdoba, la construcción se terminó en poco más de un año, en gran parte gracias a la intervención directa del propio ministro de Fomento, el cordobés José Sánchez Guerra. Los trabajos se iniciaron el 10 de agosto de 1908 bajo la dirección de Emilio Serrano Navas, ingeniero de la Jefatura de Obras Públicas de la provincia, y contaron con un presupuesto de 167.345 pesetas de la época. Pero apenas dos meses después, la Comisión de Monumentos de la provincia se dirigió al ministro cordobés para pedirle que «se haga no quitándole el carácter arquitectónico de la época a este monumento». Esto no sirvió para detener la demolición de la capilla ni la destrucción del perfil del puente con unos horrendos enlucidos que escondieron los sillares y la fábrica de la pasarela. Sorprendentemente, a estos trabajos la prensa cordobesa de la época apenas dedicó unas líneas en las gacetillas locales y, como aún no existía ningún diario gráfico, tampoco se conservan fotografías de los mismos. Una carencia sobre uno de los grandes iconos monumentales de la ciudad que aún hoy día persiste, ya que sigue sin haber ninguna monografía que aborde en profundidad la historia del puente cordobés. 

Al menos, recientemente, ha aparecido una fotografía única de esta restauración gracias al gran trabajo de difusión del grupo de Facebook Historia de Córdoba en imágenes. Esta instantánea, realizada por un fotógrafo aficionado desconocido en formato estereoscópico o 3D, muestra cómo dos señores posan ante el puente, mientras los obreros dan forma a aquel revestimiento que la pasarela ofreció hasta la intervención realizada justo un siglo después. Estas dos fotografías poseen muchos valores, para muchos cordobeses serán objeto de veneración romántica y lleno de melancolía de un tiempo pasado que no vivieron; para los fotógrafos son objetos casi fetichistas llenos de mucha información técnica y estética, pero, sobre todo, son un pedazo de historia de la ciudad que no debería perderse. 

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