Francisco Díaz Serrano, Paco para los amigos, tiene 46 años y lleva desde el 2011 en el paro.

Vecino del Sector Sur de toda la vida, siempre tuvo especial maña para todo lo relacionado con la electrónica, aunque nunca fue un estudiante de sobresaliente. "Después de repetir dos veces en el instituto, decidí sacarme el título de auxiliar de electricidad, después el de electrónica y por último el de especialista en informática", recuerda, "estuve estudiando hasta los 22 años aunque el último curso, en nocturno, compaginé las clases con mi primer trabajo en Telefónica".

Corría el año 1990, Paco era un chaval y nada más acabar aquel contrato empezó a trabajar como profesor. "En ese momento, había mucha demanda de clases de informática y también muchos programadores". Su periplo como profesor, no estuvo exento de problemas. "En una de las academias que me contrató, estuve un año trabajando sin cobrar, hasta que demandamos al propietario, que acabó en la cárcel", recuerda, "los trabajadores solo cobramos una octava parte de lo que se nos debía".

En el año 1996, una novia guió sus pasos hasta Lorca, en Murcia. "Allí viví más de seis años, trabajando sin interrupción, y allí compré mi primer piso, que acabamos vendiendo cuando la relación se rompió".

En el año 2005, Paco regresó a Córdoba y se instaló en la casa de sus padres. "Volví con un trabajo, como electricista, y poco después volví a dar clases", explica. Fueron años de mucho vaivén laboral, en los que nunca le faltó empleo, aunque no permaneciera demasiado tiempo en la misma empresa. "Desde el 2005, he sido instalador de telecomunicaciones, informático, electricista, peón de albañil, he dado cursos en la cárcel, he sido camarero en una taberna...", comenta, mientras hace memoria por si olvida algún detalle de su vida laboral.

Su último empleo estable, como instalador, acabó con un despido. "Tuve un accidente mientras trabajaba que derivó en una hernia, pasé unos tres meses de baja y dos meses después de volver, me pusieron de patitas en la calle", afirma, "hay empresas a las que no le gusta que te pongas malo".

En el año 2007, se embarcó en otra hipoteca con su nueva pareja, pero aquella relación tampoco prosperaría y él, que había abonado la mitad del piso con el dinero que obtuvo de la venta del anterior, se vería obligado a asumir toda la deuda solo.

Mientras hubo trabajo, no fue problema, pero después... "Cuando te quedas en el paro, la hipoteca es tu principal preocupación, lo que te quita el sueño", asegura Paco, "no solo porque te puedes quedar en la calle, sino por todo el dinero que ya has pagado y que puede acabar en manos del banco". Desde el 2011, solo ha tenido un contrato de un mes. "Primero se acabó el paro, luego el salario social y ahora estoy a la espera de que me concedan la ayuda a mayores de 45 años". Para mantenerse activos, él y su mujer, Sara, colaboran activamente en la Acampada Dignidad, ella como cocinera y él como informático. "Mi mujer me convenció para venir, aquí siempre hay algo que hacer y más ahora que hemos recibido una donación de ordenadores", explica, "he cableado todo el colegio y estamos conectados a internet". Además, se ha convertido en el informático de la gente sin recursos. "Lo ideal sería cobrar, pero aquí todo el que viene lo hace por necesidad". A cambio de su aportación, tienen resuelta la comida del mediodía. "Estamos pasando muchos apuros económicos porque nuestra prioridad es seguir pagando la hipoteca, así que no tener que preocuparte por la comida principal hace mucho", afirma sincero, "cuando estás trabajando, no imaginas que vayas a acabar pidiendo ropa a la parroquia o comiendo en un comedor social, pero es lo que hay, las cosas están así".