Tan cercana, pero también tan lejana. Estos días coinciden la feria de Sevilla y la cata del vino, aunque los caldos cordobeses volverán a ser los grandes ausentes de un importante mercado que es absorbido por otros finos andaluces que hace décadas apostaron por este destino. ¿Qué ocurre desde tiempo inmemorial para que los vinos de la zona Montilla-Moriles no hayan accedido a esta plaza? La falta de promoción, por mucho repetirlo no cambia el panorama, se ha convertido en el déficit histórico de unos vinos que tienen argumentos sólidos para crecer, no sólo por la calidad, sino también por el proceso natural que hay detrás de ellos. La Comisión Europea aprobó a inicios del 2011 una modificación del reglamento de la denominación de origen que los reconoce como únicos en el mundo. No hay otros caldos, ni siquiera los del resto de Andalucía, que se elaboren sin incorporar alcohol para obtener graduación al obtenerla tras un proceso natural. Pero, hasta ahora, los esfuerzos en dar a conocer esto no han sido suficientes. Tampoco la riqueza histórica y cultural de las bodegas cordobesas o la idiosincrasia de su Pedro Ximénez, reconocido con los principales premios en el mundo, están siendo valorados por los mercados. A esto se ha unido también la moda de los tintos, la pérdida de hábito de consumo de los blancos y la competencia del olivar al ser más rentable este cultivo con el apoyo de las subvenciones.

La consecuencia principal ha sido la reducción progresiva de la superficie hasta llegar a mínimos que no es fácil encontrar en la serie histórica. Y eso que en los últimos ejercicios se está produciendo una reestructuración del cultivo que, como decía ayer el secretario general del consejo regulador, Enrique Garrido, está permitiendo que "hoy se planten más hectáreas de las que se arrancan".

El descenso de la superficie de viñedo se acentuó en la zona Montilla-Moriles a partir de la vendimia de 1987. Ese año había protegidas 16.758 hectáreas. Desde entonces ha seguido una tendencia decreciente, con algunas puntas de ligero aumento. En el año 1999 bajó de las diez mil hectáreas y el pasado ejercicio se situó en solo 5.333 hectáreas. La producción ha seguido también una evolución paralela, acentuada con adversidades climáticas, daños por enfermedades y por el ataque de los conejos. En el 2012 solo se obtuvieron 27,68 millones de kilos de uva y la producción de vino se redujo a 192.379 hectolitros. La mayor parte del vino comercializado sigue teniendo como destino el mercado nacional (91%) y lo que se exporta, en gran medida, es a granel (63%).