El presidente de la Agrupación de Cofradías de la Semana Santa de Baena, Guillermo Iván Bernal, representa a los miles de judíos que forman parte de la Semana Santa, una figura tradicional que ha sabido mantenerse con el paso de los siglos y que ha sido reconocida por la Unesco. Concretamente, el 29 de noviembre del 2018 los tambores de Baena, junto a los tambores de otros 16 municipios de cinco comunidades autónomas, fueron reconocidos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. «El toque de tambor de Baena constituye uno de los modos de expresión más significativos de su ciclo ritual anual, pues su presencia en las calles de la localidad se inicia la víspera de San José, siendo ya desde el Miércoles Santo hasta el Domingo de Resurrección cuando reaparece en cada desfile procesional, otorgando singularidad a la Semana Santa e interpretando el toque de procesión, el de calle y el redoble». Es la primera vez que la Unesco distingue la Semana Santa andaluza, a través de los judíos colinegros y coliblancos, como patrimonio de la humanidad, destacándose la importancia de una figura peculiar que se incluye en la Semana Santa de Baena y que es Fiesta de Interés Turístico Nacional. Este reconocimiento será, sin duda, un impulso para conseguir la declaración como Fiesta de Interés Turístico Internacional por la que lleva años trabajando la Agrupación junto al Ayuntamiento.

Los judíos de Baena y sus tambores es una idiosincrasia única de la Cuaresma española. En la actualidad, forman parte de 16 cuadrillas organizadas en dos turbas, integrando a más de tres mil baenenses que participan en seis procesiones. Además, de este modo, la Unesco ha reconocido también la artesanía que envuelve al judío, pues en torno a esta figura existe un importante movimiento económico en Baena. «La elaboración de los tambores es un oficio que combina diferentes saberes, tanto la latería para la fabricación de la caja, la carpintería para la construcción de los aros, la guarnicionería en las anillas de los tensores o la curtiduría para el tratado de los pellejos de cabra». Entrar en la Unesco les otorga una protección que les garantiza una mayor visibilidad en el ámbito internacional, pero al mismo tiempo supone la exigencia de un compromiso para mantener su tradición.

Bernal afirma que supone una alegría el reconocimiento a una «figura singular y particular de la Semana Santa de Baena, que marca la diferencia respecto a las demás celebraciones andaluzas». Cualquier cosa que «dinamice la sociedad, la economía y el entorno de Baena es importante». Además, estima que es una responsabilidad, «porque tenemos que seguir mostrando lo que somos, de dónde venimos y hacia dónde queremos ir, pero sin perder la esencia y las raíces que nos han distinguido».