El próximo miércoles 31 de enero esta noticia estará por todos lados: se verá una superluna de sangre azul en el cielo. ¿Qué es esto? ¿Le va a pasar algo raro a la Luna? ¿Tiene algún sentido científico real?

En estos tiempos que corren, donde cada vez hay más y más información, las noticias vuelan y sólo son realmente noticias si destacan de alguna manera sobre el resto y se distribuyen bien por las redes sociales, se está llegando a inflar las historias para venderlas mejor. Lleva tiempo pasando con las noticias astronómicas («el cometa más brillante del siglo», «la lluvia de estrellas más intensa del milenio»), pero estas exageraciones se están incrementando en los últimos años. Esta práctica tiene dos consecuencias muy dispares: por un lado, anima a la sociedad a mirar al cielo. Pero, por el otro lado, a veces causan mucha decepción, porque no se cumplen las expectativas creadas. Es lo que ocurrirá con la superluna de sangre azul.

La Luna alcanzará su fase de llena (definida como aquel momento en el que se encuentra justo en el lado opuesto al Sol, con un 100% de iluminación) a las 14:26 del 31 de enero, hora peninsular española. En ese momento estará ocurriendo un eclipse total de luna. Desgraciadamente, desde Europa no se puede seguir: este eclipse lunar es sólo visible desde Australia-Pacífico y el este de Asia. Esto es lo único puramente científico de la noticia. Como durante un eclipse de luna nuestro satélite deja de recibir la luz directa del sol, la Luna se oscurece y sólo queda como un globo rojizo por la luz que le sigue llegado del sol refractada y dispersada por la atmósfera terrestre. La intensidad del color rojo de la luna durante un eclipse dependerá directamente de la cantidad de polvo existente en la atmósfera de la Tierra: con poco polvo será una bola brillante naranja, con mucho polvo parecerá una bola negra. Algunos prefieren llamar «luna de sangre» (término que personalmente odio) en lugar de «eclipse de luna» a este fenómeno astronómico.

Además, el momento de la luna llena coincide cuando la Luna, en su eterno movimiento alrededor de la Tierra, está un poco más cerca de lo normal. La Luna, como hace cualquier planeta alrededor del Sol, se mueve siguiendo una órbita elíptica, no un circunferencia. Así, a veces es un poquito más grande (porque está más cerca) y otras veces un poquito más pequeña (al encontrarse más lejos). Los astrónomos definieron hace siglos estos puntos de su órbita como «perigeo» (el punto más cercano a la Tierra) y «apogeo» (el punto más lejano a la Tierra). Pero en 1979 el astrólogo estadounidense Richard Nolle, posiblemente sin saber estas definiciones astronómicas, designó a la luna llena en el perigeo simplemente «superluna». En realidad, ni es súper ni nada: la diferencia de tamaño es de sólo 5-6% con respecto al tamaño normal de la luna, es muy difícil de apreciar este cambio a simple vista. Desgraciadamente, en los últimos años el término «superluna» ha invadido las noticias, incluso NASA ha publicado notas de prensa usando este nombre. Pero, insisto, no es necesario que ocurra una «superluna» para disfrutar de la belleza de nuestro satélite natural en fase llena.

Y lo de «luna azul», ¿de dónde viene? No, la Luna no se volverá de color azul, como ocurre en la película de los Pitufos. El término «luna azul» sólo indica que es la segunda luna llena dentro del mismo mes. El 2 de enero de este año ya tuvimos una luna llena, el 31 de enero ocurrirá la segunda luna llena en enero, designándose «luna azul». Esta definición es muy local: depende del lugar de la Tierra podrás observar o no una luna azul. Por ejemplo, desde Sídney, Australia, la luna llena es a las 00:26 del jueves 1 de febrero, por lo que allí no será una luna azul.

Hay muchas más definiciones de luna: luna del lobo, luna del cazador, luna de fresa, luna de la cosecha… pero el origen de todos estos nombres no es astronómico, sino cultural. Nos recuerda la fijación que tenemos aún, en pleno siglo XXI, por lo que sucede en los cielos.