lucha contra el cambio climático

La UCO reduce a un tercio la emisión de CO2 desde 2014

La Universidad ha aprobado una estrategia para llegar a la neutralidad en CO2

Vista del Campus de Rabanales.

Vista del Campus de Rabanales. / Mediterraneo

La huella de carbono es una forma de medir la contribución de cualquier actividad al cambio climático expresado en kg de CO2 emitidos a la atmósfera. El Servicio de Protección Ambiental (SEPA) de la UCO viene midiendo la huella de carbono de la institución universitaria desde 2014. «La huella de carbono de la UCO ha disminuido a un tercio desde 2014, para que nos hagamos una idea, la media de emisiones en ese primer año de registro fue de 0,4 toneladas de CO2 por miembro de la comunidad universitaria, siendo en el último año registrado (2020) de 0,1 tonelada», explica Ana de Toro, la técnico responsable de elaborar los informes de huella de carbono de la UCO.

«Esta gran disminución se debe principalmente a que, gracias a la contratación de energía con Garantía de Origen Renovable, se ha eliminado la huella asociada al consumo eléctrico. Por el lado opuesto, la movilidad universitaria sigue siendo el gran caballo de batalla de la UCO», indica De Toro.

Recientemente, la UCO ha registrado su huella de carbono en el Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco). El registro «es una garantía de que el cálculo de la huella realizado por la UCO se ha realizado adecuadamente y lo que es más importante, es un reconocimiento ante terceros de que la UCO es una entidad comprometida en la lucha contra el cambio climático», resalta la técnico del SEPA.

En concreto, en el caso de la UCO, las fuentes de emisión identificadas y sobre las que realizan los cálculos de huella de carbono son los consumos de gas natural, de combustible de instalaciones fijas, de combustible de la flota propia de vehículos y maquinaria de la UCO, la fuga de gases refrigerantes de climatización, el consumo eléctrico, de agua y de papel, la movilidad de la comunidad universitaria y la producción de diferentes tipos de residuos.

La UCO ha aprobado recientemente una Estrategia para alcanzar la neutralidad en carbono en 2040, que recoge además dos objetivos intermedios: lograr una disminución de la huella de carbono de un 25% en 2025 (tomando como referencia los valores de 2019) y de un 50% en 2030, tanto a través de una disminución del consumo como en el empleo de fuentes menos contaminantes. «Ello implica una serie de ambiciosas medidas a corto y medio plazo que van desde la sustitución de combustibles en instalaciones, a la sustitución progresiva del parque móvil bajo directrices de adquisición de vehículos hacia cero emisiones o la búsqueda de producción de energía renovable en origen», subraya Ana de Toro.

Para lograrlo, la concienciación de la comunidad universitaria es fundamental, pero las acciones para reducir las emisiones de CO2 comienzan en casa. «Cualquier buena práctica ambiental de sentido común redunda en una reducción de huella de carbono y, por tanto, en una disminución de emisiones a la atmósfera. Por ejemplo, las prácticas dirigidas a un consumo responsable de recursos: limitación en el uso de material desechable como las bolsas de compra o los envases de plástico, las dirigidas a una mayor eficiencia energética como la sustitución de luminarias por las de bajo consumo o el uso de programa ECO en los electrodomésticos o las dirigidas a una movilidad más sostenible, como dejar el coche en casa y usar medios alternativos», recomienda Ana de Toro.