- ¡Vaya situación difícil están afrontando los docentes! Como alguien que prepara a los de mañana, ¿cree que tendrán que modificar la forma de dar clase?

- La forma de dar clase, cómo se piensa y se evalúa la enseñanza y el aprendizaje, son cuestiones que siempre deben estar en proceso de reflexión y adaptación a las necesidades del alumnado. La crisis sanitaria ha sido una fuerte llamada de atención al respecto, pero la necesidad de replanteamiento y cambio siempre ha estado ahí. Desde la formación inicial del profesorado insistimos en la importancia de la innovación como marco desde el que realizarlo de manera rigurosa, complementando el análisis de la experiencia práctica con conocimiento teórico derivado de los avances en la investigación sobre la enseñanza.

- En los momentos de crisis, los más vulnerables son los que salen más perjudicados. ¿Se ha producido un retroceso en las políticas de inclusión y atención a la diversidad en el aula?

- Es difícil responder de manera general. La respuesta es un «depende», si bien es cierto que el confinamiento, especialmente el curso pasado, supuso un duro golpe (sin ir más lejos, por el propio cierre de los centros educativos y lo que eso conllevó para todos y especialmente para las familias más vulnerables). Conozco casos concretos en los que se ha trabajado con enorme esfuerzo para reducir esa brecha y atender las necesidades de todo el alumnado, aportando recursos y apoyo casa a casa, puerta a puerta. La universidad tampoco ha sido ajena a esas dificultades. No todos los estudiantes han contado con material informático, espacio de trabajo, conexión fluida… en los mismos términos. Tanto el profesorado como la propia institución hemos sido interpelados a analizar y dar respuesta constante para no dejar a nadie atrás.

- Una de sus líneas de investigación está relacionada con el liderazgo.

- En las investigaciones en las que he participado estudiamos el liderazgo relacionado con la educación inclusiva. Desde esta perspectiva, el liderazgo no se concibe como un conjunto de rasgos heroicos que cobran vida en una única persona (normalmente hombre, blanco, heterosexual, de clase media…), sino que está mucho más vinculado a formas de hacer colaborativas, distribuidas entre los miembros de la comunidad educativa (profesorado, estudiantes, familias, entorno social), que buscan la equidad y la justicia social y están guiadas por una cultura impregnada de valores compartidos en esta línea.

- Ya que hablo de liderazgo. La Ley de Reconocimiento de la Autoridad del Profesorado se votará pronto en el Parlamento de Andalucía. ¿Está el liderazgo relacionado con los problemas de convivencia en los centros escolares?

- Rotundamente sí, el liderazgo colaborativo y distribuido que busca la equidad sí está relacionado con la convivencia en los centros educativos y con su mejora. Cuando se concibe desde este prisma democrático e inclusivo, actúa como elemento de prevención de problemas de convivencia y cuando surgen, se abordan de manera más eficaz al incorporar en la toma de decisiones a los diversos agentes que forman parte de la escuela. En cuanto a la autoridad del profesorado, en primer lugar, creo que cabe la distinción entre autoritarismo y autoridad. Esta última, más allá de las medidas disciplinarias que se desplieguen, está relacionada con el modelo de liderazgo por el que se opte en el centro y con el valor social que se confiere a la docencia.

- Usted también investiga sobre mejora educativa, ¿Cuáles son sus líneas de trabajo en este ámbito?

- Mis líneas de trabajo a este respecto se han concentrado en los procesos de innovación como camino para la mejora educativa en el contexto de la educación superior. En mi trayectoria he tenido la oportunidad de analizar estos procesos desde tres ángulos distintos: su implementación, a través de la metodología de Aprendizaje-Servicio, que conecta los aprendizajes de las asignaturas con la prestación de servicios a la comunidad por parte del estudiantado; su evaluación, estableciendo indicadores que faciliten la tarea; y su vinculación con la igualdad y la atención a la diversidad. Esta última línea es en la que me encuentro trabajando actualmente.

- ¿Cree que el alumnado de Ciencias de la Educación es consciente de la importancia de su labor?

- Los estudiantes comienzan su carrera universitaria normalmente muy jóvenes y, aunque en muchos casos tienen una gran vocación, su conocimiento sobre su futura labor está muy mediado por su propia experiencia como alumnos. Esperamos que su paso por la universidad sea un proceso de aprendizajes curriculares, pero también actitudinales, que les ayuden en esa toma de conciencia, así como en su maduración y cambio personal.

- ¿Qué le gustaría que su alumnado trasladase a sus futuras aulas?

- Que su labor profesional sustenta la garantía de un derecho humano de todas las personas. Por ello, es básico que estén atentos a las desigualdades o barreras que puedan intervenir en el proceso y sean capaces de tender puentes que ayuden a cuestionarlas y, en la medida de lo posible, a superarlas. Cuidar a su alumnado en el sentido más amplio de la palabra, entusiasmarlo con el aprendizaje, guiarlo y acompañarlo de manera respetuosa.