En La Maestranza

Manuel Román, de vacío en la novillada del Corpus en Sevilla

Los novillos de Talavante no han dado muchas opciones y Bastos obtiene el único trofeo

Imagen de archivo de Manuel Román, durante la Feria Taurina de Córdoba.

Imagen de archivo de Manuel Román, durante la Feria Taurina de Córdoba. / Ramón Azañón

Álvaro Rodríguez del Moral (EFE)

Ficha del festejo

Ganado: se han lidiado seis utreros de Talavante, correctamente presentados. El primero fue tardo y corto de viajes; rebrincado el segundo; manso absoluto el tercero; sirvió más, en manso, el cuarto; el quinto se aplomó por completo y el sexto no tuvo un pase.

Diego Bastos, de azul Mahón y azabache, silencio y oreja.

Manuel Román, de malva y plata, ovación y silencio.

Javier Zulueta, de zafiro y oro, ovación tras aviso y silencio.

La plaza registró menos de media entrada en tarde de calor sofocante.

 La novillada de abono celebrada en la plaza de la Maestranza con motivo de la festividad del Corpus, marcada por el calor extremo, se ha saldado con el corte de una única oreja por parte del novillero sevillano Diego Bastos que sorteó el ejemplar más potable del manso y decepcionante envío de Talavante.

Bastos rompió plaza marchándose a la puerta de chiqueros para recibir al primero, al que lanceó con buen gusto. Lo picaron de caballo a caballo y echó la cara arriba en banderillas antes de aplomarse en la muleta del novillero sevillano que se mostró centrado y entregado pese a la embestida corta y rebrincada del animal, al que mató de pinchazo y estocada fulminante.

El cuarto iba a seguir marcando el aire manso de toda la novillada pero llegó a la muleta enseñando otras posibilidades. Bastos lo iba a torear entregado y descolgado de hombros en una faena reunida, bien trazada y con sentido de la expresión en su primer tramo que no iba a tener el mismo hilo por el izquierdo. El novillo, finalmente, se acabó rajando. La espada cayó bajísima.

El cordobés Manuel Román repetía en la plaza de la Maestranza y se encontró con un jabonero que hizo segundo, frío de salida y de rebrincada movilidad al que toreó sin apreturas en una faena pulcra que remató, eso sí, de una buena estocada. El quinto, un auténtico "marmolillo", no le dio opciones.

Javier Zulueta lidió un tercero abanto y emplazado de salida, bronco en la lidia y manso de solemnidad que salía a su aire en el embroque de los muletazos. El novillero sevillano, muy centrado, no perdió la compostura en una labor salpicada de retazos de calidad mientras el animal iba marcando su querencia a chiqueros. La espada se le atascó.

El sexto no iba a desentonar del desesperanzador aire de toda la novillada de Talavante. Zulueta iba a brindar al público un trasteo de buenas intenciones que volvió a darse de bruces con el nulo contenido de un novillo aplomado y desrazado, vacío de todo, que impidió cualquier lucimiento.