Feria de San Isidro

Otra larguísima nada en Las Ventas a pesar de la presencia de unos toros para más y mejor

Castella, durante la corrida de hoy.

Castella, durante la corrida de hoy. / EFE

Paco Aguado (EFE)

Ficha del festejo

Ganado: Cinco toros de La Ventana del Puerto y uno de Puerto de San Lorenzo (4º), con más volumen y alzada los tres últimos pero todos de serias cabezas y muy buenas impecables hechuras. Corrida completa de juego noble y claro, aunque algo limitado por la falta de un punto más de "motor" o de fuerzas.

Castella, de blanco y plata: estocada caída trasera (palmas tas aviso); pinchazo, media estocada caída perpendicular y tres descabellos (silencio tras aviso).

Luque, de tabaco y oro: estocada desprendida atravesada y dos descabellos (silencio); pinchazo y estocada trasera caída (silencio tras aviso).

Parejo, de blanco y oro, que confirmaba la alternativa: estocada trasera perpendicular y descabello (ovación tras aviso); estocada caída delantera (silencio tras aviso).

Parejo confirmó doctorado con el toro "Bonoloto", nº 101, castaño ojinegro, de 581 kilos.

Entre las cuadrillas, destacaron y saludaron en banderillas Antonio Chacón, José Chacón, Iván García y Jesús Arruga.

Decimocuarto festejo de abono de la feria de San Isidro, con cartel de "no hay billetes" (unos 23.000 espectadores), en tarde calurosa

La feria de San Isidro llegó hoy a su ecuador con otro cartel de "no hay billetes" -el séptimo en catorce días- y con otro espectáculo vacío y de larguísima duración, más por los desaciertos de la terna que por los toros salmantinos de La Ventana de El Puerto, que, aun algo limitados de fondo o de fuerzas, dieron un juego claro y noble, propicio para un mejor resultado.

Porque, serios pero de perfectos hechuras, armados con abundancia y con largos cuellos para embestir, y además sin rehuir ni una embestida, no encontraron en los tres toreros que se les enfrentaron el trato y los aciertos necesarios para aprovechar tan evidentes posibilidades, sino que, al contrario, incluso llegaron así a parecer peores o a ser protestados sin demasiada justificación.

El más veterano de la terna, el francés Sebastián Castella, se pasó muy lejos las excelentes embestidas iniciales del segundo, que perdió algo de gas para que el francés buscara, como objetivo primordial, meterse en la corta distancia en busca del arrimón efectista con que resolver una faena monocorde y aburrida que nunca logró levantar.

Y aún peor estuvo con el cuarto, un remiendo "atanasio" de Puerto de San Lorenzo, de más alzada, con el que mantuvo demasiadas precauciones, molesto tal vez por el gazapeo de astado en los primeros compases, aunque acabara tomando sin problema unos engaños que su matador manejó sin ideas y con seca violencia en ocasiones.

En el lote del sevillano Daniel Luque entró como tercero el "domecq" de Las Ventana que menos duró, básicamente porque el sevillano se encargó desde un principio de castigarle con una desmesurada y nada justificada exigencia. Y sin acabar así de confiarse con un animal a menos, su mejor acierto fue el de la brevedad.

En cambio, el quinto, con una preciosa lámina, derrochó prontitud, clase y entrega en sus embestidas, a pesar de que acusara cierta debilidad de cuartos traseros que aconsejaba que se le ayudara con mayor pulso que el que aplicó Luque, empeñado en atacarle muy en corto y en llevarle muy sometido, lo que hizo que no fluyera su poco asentada faena, más allá de los buenos pases que logró salpicar ante tan buen oponente.

Ya el castaño primero de la tarde, con el que confirmó alternativa el gaditano Christian Parejo, marcó la media de la corrida charra, pues, con idéntica nobleza y justo fondo, dejó manejarse al joven gaditano, quien, después de competir a medio gas en quites con el padrino, le abrió el trasteo con cambiados por la espalda en los medios antes de darse a un muleteo cumplidor y de técnica estándar.

Quiso remontar con el sexto, otro toro largo de viga y con volumen, que, medido de raza, se dejó hacer sin mayores complicaciones, amagando rajarse y, por tanto, abriéndose sus arrancadas durante el muy largo y ligero empeño de Parejo. Y fue ya a tarde vencida, cuando optó por arrollar la razón en un esfuerzo desesperado y sin mayores consecuencias que unos cuántos achuchones, cuando ya el sol se había puesto tras las torres de la Monumental.

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