Ficha del festejo

Ganado: Cuatro toros de Puerto de San Lorenzo y dos con el hierro de La Ventana del Puerto (3º y 4º), de muy distinto volumen y cuajo, todos ellos de medida raza, dentro de un juego dispar, con tres claros y muy manejables en la muleta. El peor, por reservón y complejo fue el tercero

Morante de la Puebla: estocada (ovación); media estocada (silencio).

Alejandro Talavante, que sustituía a Roca Rey: estocada perpendicular atravesada y descabello (oreja); estocada delantera desprendida (silencio).

Paco Ureña: estocada (oreja con fuerte petición de la segunda); estocada (oreja).

Enfermería: Paco Ureña fue atendido en la enfermería de una contusión en la cadera derecha y el banderillero Azuquita de una fuerte contusión costal que necesitó de aplicación de oxígeno, antes de ser trasladado para un estudio radiológico.

Plaza: séptimo festejo de abono de las Corridas Generales, con dos tercios de entrada (unos 10000 espectadores), en tarde inestable.

El diestro Paco Ureña, que ya fue el triunfador de la última edición de esta feria, volvió este domingo a reivindicarse en Bilbao con una actuación de valor, entrega y temple que le valió el corte de dos merecidas orejas.

A pesar de la ausencia de Roca Rey, por la paliza sufrida en la gesta del jueves, la plaza de Vista Alegre volvió a presentar una muy buena entrada de público, que en esta ocasión mostró entusiasmo para aplaudir tanto lo bueno como lo no tan bueno, atendiendo a un criterio tan aleatorio como el de la presidencia.

Pero la actuación de Paco Ureña trascendió el contexto festivo de la tarde para decantarse como la clara reivindicación de un torero que no goza del suficiente reconocimiento en los últimos años y que, a pesar del rotundo triunfo de 2019 en esta misma plaza, entró en los carteles de este año en el último momento.

Y ese afán fue patente desde que se hizo presente con su primero, un manso que se orientó durante una errática lidia en los primeros tercios y que llegó a la muleta reservón y con un brusco comportamiento, antojándose toda una prueba que el murciano superó con creces por la directa del valor.

Atacando él al toro, sin dudar una sola vez ante sus probaturas y sus cortos y amenazantes viajes, Ureña le fue ganando la voluntad y, primero de uno en uno, acabó por ligarle muletazos de cierto recorrido, muy fajado y sin ceder en el pulso, hasta que, parado por completo el animal, se volcó en una estocada a por todas, de la que salió prendido por el muslo derecho, con sensación de cornada grave.

No fue así, afortunadamente, pero el público, de nuevo impresionado, pidió una segunda oreja que el presidente no quiso conceder pese a tanta unanimidad. Así que, tras salir de la enfermería con un fuerte golpe en la cadera, Ureña se dispuso a echar el resto con el último.

El comportamiento de este fue muy distinto, más claro y noble, aunque la falta de un punto más de empuje pedía que se le tratara con un temple preciso que el torero de Lorca acertó a aplicarle en su exacta medida ya mediada una faena que fue a más.

Fue citando y llevando al toro a media altura con la derecha, cuando llegaron los mejores momentos, los de más gusto y compás de un trasteo marcado también por la entrega, y que Ureña cerró otra vez más con una estocada a ley para pasear, dolorido pero satisfecho, ese segundo trofeo.

Otra oreja le dieron a Alejandro Talavante, que sustituía a Roca Rey, aunque el trofeo tuvo tan escaso valor como el segundo que cortó en la corrida del miércoles y que le valió la salida a hombros y este otro puesto en la feria.

De nuevo, el extremeño se llevó el mejor lote de la corrida salmantina, dos toros sin demasiada raza y con escaso celo pero ofreciendo unas claras y nada exigentes arrancadas que, tanto las del primero como las del sexto, Talavante manejó manteniendo una prudente distancia de seguridad, de manera menos patente con el del barato premio.

En cambio, a Morante de la Puebla le correspondieron dos toros muy deslucidos, sosos, sin fondo alguno ni recorrido, lo que no fue óbice para que dejara unos cuantos momentos de sabrosa torería, con ese saber estar en la plaza y ese largo y antiguo oficio que no todos valoraron entre el bullicio de un día festivo en Bilbao.