Ganado: seis toros de Victorino Martín, todos cinqueños, en tipo del encaste, bien armados y muy vareados de carnes. Salvo el quinto, de enclasdada bravura, y sexto, con manejable movilidad, el resto acusó falta de fondo y de raza, aunque sin grandes complicaciones..

Antonio Ferrera: pinchazo hondo, pinchazo, estocada trasera desprendida y cinco descabellos (silencio tras aviso); estocada desprendida (vuelta al ruedo tras petición de oreja insuficiente); pinchazo y estocada delantera desprendida (oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo).

Miguel Ángel Perera: tres pinchazos y pinchazo hondo (silencio); estocada trasera caída (silencio); estocada (palmas tras leve petición de oreja).

Cuadrillas: destacaron en la brega Andrés Revuelta y José Chacón, que también saludó en banderillas, al igual que Fernando Sánchez y Curro Javier. También fue ovacionado el picador José María González.

Plaza: La Maestranza. Sexta corrida de abono de la feria de Abril de Sevilla, con casi lleno en los tendidos (unos 10.000 espectadores) en tarde calurosa.

El veterano torero extremeño Antonio Ferrera también cortó una pírrica oreja al excelente quinto toro de la corrida de Victorino Martín lidiada este sábado en la Maestranza de Sevilla, pedida y concedida con idéntica benevolencia que la que paseó el día anterior José María Manzanares.

El mano a mano extremeño en que la empresa dejó la corrida de este sábado, tras la forzada caída del cartel del lesionado Emilio de Justo, iba por la senda de la intrascendencia hasta que salió al ruedo el quinto de los victorinos, hijo del histórico Cobradiezmos que fue indultado hace seis años en este mismo ruedo.

Desde que asomó sus finas hechuras por la puerta de toriles, el cárdeno apuntó su excelente condición, por mucho que saliera suelto de los primeros capotazos, hasta que Antonio Ferrera fue en su busca hasta los medios para enjaretarle una docena de vibrantes verónicas que el toro tomó con la misma clase que mantuvo hasta su muerte.

"Pobrecito", que no tuvo nada de tal, acudió alegre al caballo del picador y a los cites de los banderilleros, para que, previendo lo que podía dar de sí, Ferrera brindara su lidia al futbolista Joaquín, al que obligó a saltar al ruedo de paisano, motivo por el que puede ser multado por la autoridad.

Pero la que presentía faena grande, dada la patente gran condición del animal, se quedó solo en una prosopopéyica puesta en escena del extremeño, en un envoltorio de paseos y gestos de su peculiar "torería" para el que, en realidad, fue un meollo escaso de toreo.

Hubo, cómo no, algunos naturales templados y largos, además de buenos pases de pecho y vistosos adornos, pero salpicados y sin macizar por una impropia falta de ajuste general. Y a todas luces escasos para lo que mereció el de Victorino, que hizo honor a su famosa carga genética.

Con todo, el festivo público de una Maestranza que ha perdido su personalidad y su regusto en pocos años, jaleó el trasteo con entusiasmo, acaso por las ganas de divertirse y de emocionarse con el toreo tras los años de parón.

Pero en este caso no hubo motivos para tanto ni tampoco para que se pidiera para esa segunda oreja tras un pinchazo en el que Ferrera, después de acudir al embroque andando desde diez metros, se quedó barrenando y estuvo a punto de ser prendido.

Con los otros dos toros, Ferrera quiso darle a la lidia un aire de tentadero, dejándolos de largo en varas sin mucha justificación dada su justa raza, para luego manejarse con ellos sin demasiados apuros ni compromiso.

A Miguel Ángel Perera también le cupo en suerte un "victorino" con opciones, el sexto, que se movió más y mejor que los anteriores de su lote y al que el de Badajoz ligó los pases con la derecha y la izquierda, pero sin acabar de llevar las embestidas hacia adelante con una muleta manejada más como pantalla que como señuelo.

Después de abreviar con el parado segundo y de alargar un insulso traseo al soso cuarto, Perera hizo un esfuerzo añadido con ese último que, en un descuido, tras pisarle el engaño, le prendió por la espalda de fea manera, con el resultado de un posible puntazo en la zona lumbar del que fue atendido en la enfermería.