Ganado: cinco novillos (uno para rejones) y un eral de Albarreal, de presentación y juego desigual.

Alexis Navarro: tres pinchazos y un rejón (oreja).

Rocío Romero: estocada y dos descabellos (dos orejas); y siete pinchazos y cuatro descabellos (vuelta).

Manolo Vázquez: pinchazo y estocada (dos orejas); y estocada (oreja).

Sergio Valderrama: tres pinchazos, estocada y descabello (dos orejas).

Plaza: Cabra Media entrada del aforo permitido.

Entretenida novillada la celebrada este miércoles en Cabra, en la que Rocío Romero, Manolo Vázquez y el debutante Sergio Valderrama han salido a hombros tras cortar siete orejas, a las que hay que sumar el apéndice que obtenía el joven rejoneador Alexis Navarro con el que se abría este último festejo de la feria taurina organizada con motivo de las fiestas en honor a María Santísima de la Sierra.

En lo que respecta a lo acontecido en el albero egabrense, hay que destacar la actuación, en su conjunto, de la cordobesa Rocío Romero, con muchas precauciones y dudas en el primero de su lote, al que finiquitó de una estocada y un descabello, concediéndose desde el palco dos generosas orejas, evidenciando un cambio radical de criterio con respecto al anterior festejo, celebrado el domingo 29 de agosto. En el segundo de su lote, al que recibió con un buen saludo capotero, Rocío estuvo más asentada con la muleta, en una faena breve, cinco tandas, en la que ofreció un auténtico sainete con la espada que la privó de obtener un sonoro triunfo.

Por su parte, Manolo Vázquez dejó pasajes ciertamente estimables cuando manejó la muleta con la derecha, destacando también en una tanda de naturales, estando en todo momento por encima del ejemplar de Albarreal. En su segundo, con hechuras y pelaje de cabestro y una manifiesta mansedumbre desde que saltó al ruedo, bastante tuvo con aguantar el tipo y finiquitarlo, con una estocada que por sí sola era merecedora de la oreja concedida por el palco.

Y junto a Romero y Vázquez, también ha salido a hombros en Cabra Sergio Valderrama, tras cortar dos orejas al eral con el que por vez primera se vestía de luces y para más inri, se presentaba ante sus paisanos. Una gran responsabilidad que en absoluto le ha pesado y que ha hecho que, a medida que transcurría la faena, con lagunas propias de alguien que empieza, se viniera arriba y dejase varias tantas con la derecha con cierta ortodoxia que calaron en los tendidos, y de qué manera. Pese a no estar muy acertado con los aceros, algo por otra parte casi lógico, el paisanaje pidió los trofeos para el nuevo becerrista, que la presidencia no dudó un instante en conceder y completar de esa manera la triple salida a hombros.