José Luis Moreno cumple 25 años como matador de toros. El 30 de mayo de 1996 tomó la alternativa de manos de Enrique Ponce con Juan Serrano Finito de Córdobacomo testigo.

¿Qué recuerdos conserva de aquella tarde de hace veinticinco años?

Esa tarde del 30 de mayo de 1996 forma parte de los principales recuerdos de toda mi carrera taurina. Era una ilusión mía de siempre tomar la alternativa en Córdoba, y poder hacerlo formó parte de un proceso natural: torero de Córdoba, plaza importante, cartel de lujo con Ponce y Finito...y culminación de mi etapa novillera fraguada en las plazas más importantes. Esa feria toree dos tardes. Se cumplió un sueño.

¿Qué fue para usted lo mejor de esa tarde?

Además de salir por la puerta de Los Califas a hombros, la alegría de mucha gente querida que me apoyó en toda mi trayectoria y me vio dar este paso tan importante.

¿Por qué se hizo torero?

Con seis años pintaba toritos en los cuadernos del cole y me gustaba oír a los mayores hablar de toros, y llegué a interesarme tanto por este mundo que no pensaba en otra cosa. Y lo curioso es que en mi familia no hay antecedentes taurinos.

¿Cuándo toreó por primera vez?

Con nueve años, en un tentadero público en la plaza de toros, organizado por la Escuela Taurina de Córdoba, a la que me apunté. Y ante el público, en la Becerrada de la Mujer Cordobesa en 1990. Al año siguiente quedé triunfador del concurso del ciclo de novilladas que convocó la empresa de Los Califas, entonces, el premio fue un vestido de torear hecho a medida, y ese fue mi primer vestido.

¿Ese éxito le marcó el camino a seguir?

Efectivamente, gracias a él, en 1992 me incluyeron en la novillada de la feria, y a partir de ahí me apoderó Zurito.

Carrera de triunfos importantes en plazas de categoría acartelado con las máximas figuras de la fiesta...

Desde niño soñé con vestir de luces y poder torear con los más grandes de la época: Curro Romero, José Mari Manzanares, Antoñete, Rafael de Paula... y otros, y competir con ellos en las ferias más importantes es una sensación que te llena de orgullo y satisfacción. Y salir a hombros de la plaza de Madrid es inenarrable.

Pero un día, tras conseguir un tremendo triunfo en Córdoba, toma la decisión de dejarlo todo... ¿Por qué?

Mi último festejo fue en Córdoba en la feria del año 2013. Ese día, a un toro de la Palmosilla le corté las dos orejas y salí a hombros de la plaza de Los Califas. Fue un broche precioso después de estar 24 años ligado al mundo del toro. Pero sentí en mi interior una merma de mis ilusiones y entendí que no iba a poder dar al público lo que esperaba de mí, y opté por marcharme.

¿Fue doloroso?. ¿Se arrepiente?

Hasta el día de hoy no me he arrepentido, sabía que era muy difícil que yo volviera a competir, pero siempre se suele dejar una puerta abierta, aunque yo ya no he toreado ni en ninguna corrida especial y esporádica, ni siquiera en festivales.

¿Y no echa de menos ese ajetreo y ese miedo especial que sienten los toreros?

Sigo vinculado al mundo del toro, porque apodero a Manuel Escribano, y aunque voy a tentaderos con él, apenas toreo, cuando lo he hecho es porque ha surgido, sin tener deseo de torear. Cuando me retiré estuve cinco años sin vinculación con el toro, pero apoderar a Manuel me ha llenado bastante y me ha hecho mucho bien. Yo tenía dos objetivos cuando me retiré: uno era estar alejado para refrescar la mente y otro estar ocupado para ganarme la vida e iniciar caminos nuevos. Tenga en cuenta que cuando un torero se retira pierde su objetivo principal en la vida.

¿Se marchó con la tarea cumplida o le quedaron muchas cosas por hacer?

Me quedaron por hacer muchísimas cosas que me hubiera gustado conseguir , como haber estado mas años en el ciclo ferial de mi tierra, pero aunque disfrutaba, a veces me ha costado estar en ellas.

¿Ha sido muy castigado por los toros?

He sido muy castigado sobre todo a la hora de matar, que tengo cuatro cornadas muy graves que me hicieron caer en rachas de mucha desigualdad con el estoque, y para ser un torero importante hay que mantener mucha regularidad con la espada. En Córdoba, por ejemplo, tengo firmadas varias faenas muy completas y las marré con la espada. Una de esas faenas fue después de salir de una tremenda cornada de un Vitorino, al toro le cuajé una de las faenas más rotundas de toda mi carrera; con la plaza entregada pinché y agarré un sofocón tremendo porque vi y sentí que toda la plaza estaba conmigo sufriendo.

¿Cómo ve el momento actual de la fiesta?

Socialmente estamos en un momento muy cuestionado, en pueblos y ciudades que siempre han sido muy taurinos cada vez se dan menos espectáculos y eso daña sobremanera al nacimiento de nuevos toreros y nuevos aficionados. Para reactivar la fiesta debemos ponernos las pilas, porque no solo los aficionados debemos ir a la plaza, hay que buscar en la juventud, que es el futuro, porque tenemos una afición con una media de edad muy alta y hay que renovar en todos los aspectos.

Quizás si el Gobierno echara una mano...

Lo del Gobierno es lamentable, es una línea política que ha llevado Podemos contra la tauromaquia, y puede haber caído en la prevaricación ya que es el único sector que no ha sido subvencionado. Menos mal que sentencias a favor de los trabajadores de la fiesta están poniendo las cosas en su sitio.

Para terminar, sea sincero ¿Córdoba se ha portado bien con usted?

Sí rotundo, y lo digo de corazón. Yo triunfé tanto en Córdoba porque el público me daba alas y sentía ese cariño y apoyo. Cuando uno siente eso se convierte en invencible. Después de ocho años retirado, ese cariño lo sigo sintiendo. No tengo un solo reproche para Córdoba. Siempre hemos tenido excelente sintonía.