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Ventura vuelve a hacer historia sobre el albero y en las taquillas

El rejoneador Diego Ventura volvió a escribir ayer una página para la historia en la primera plaza del mundo, Madrid, de donde salió a hombros por decimoséptima vez en su carrera tras cortar tres orejas en la tarde en la que se enfrentó a seis toros en solitario y en la que logró un lleno histórico. Porque es difícil en los tiempos que corren que un torero logre concitar a casi 22.000 almas en los tendidos de la plaza de Madrid, y más todavía un rejoneador que ha vuelto a dejar claro que es el número uno indiscutible, pues cabe recordar que el festejo de ayer no era obligatorio en el abono otoñal, o, lo que es lo mismo, que la gente se preocupó de ir a la taquilla solamente para verle a él.

La ovación de gala en el paseíllo, con los veinte caballos que había traído sobre el ruedo, fue algo tremendamente emocionante. Había ganas de Ventura, más aún después de su histórica tarde del pasado 9 de junio cuando logró cortar el rabo a un toro de Los Espartales, y también por el hecho de verle ante dos miuras, sin olvidar a los murubes de Ángel Sánchez y Cortés de Moura. El caso es que había alicientes suficientes para que la tarde estuviera llamada a hacer historia. Pero la verdad es que costó, y mucho, que fuera así, pues hubo que esperar al sexto para que Ventura hiciera soñar al rejoneo, un verbo (soñar) que viene muy a modo, pues fue precisamente con el caballo Sueño con el que puso la plaza patas arriba.

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