Tribunales

El autor del disparo mortal a un ganadero en Badajoz: "Tropecé y se me escapó el tiro"

Los seis procesados aseguran que fue fortuito, que fueron a la finca a robar cerdos y que no tenían un plan preconcebido. La fiscalía rebaja a 30 y 24 meses de cárcel la petición de penas para las tres mujeres que considera cómplices. "Nos apuntaban con las escopetas y siempre con la mano en el gatillo", relata la viuda

Los seis acusados en el banquillo de la Audiencia Provincial de Badajoz, este lunes.

Los seis acusados en el banquillo de la Audiencia Provincial de Badajoz, este lunes. / SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Belén Castaño Chaparro

El disparo fue fortuito, no fueron a robar a la vivienda, sino cerdos del cortijo y no tenían un plan preconcebido. Es lo que afirmaron ayer los seis procesados por el crimen de un ganadero pacense en su finca de la localidad de Feria, ocurrido la noche del 10 de mayo de 2020, en pleno confinamiento por la pandemia. «Tropecé y se me escapó el tiro», aseguró D. G. C., autor confeso del disparo que hirió de muerte a la víctima, de 74 años, en su declaración ante el juicio con jurado popular que se sigue contra ellos desde este lunes en la Audiencia Provincial de Badajoz.

Además de él, en esta causa, están acusados de homicidio, detención ilegal, robo con violencia e intimidación en casa habitada agravado por el uso de armas, de hurto de un vehículo y de lesiones físicas y psíquicas, otros dos varones más, A.J. M. M. (antigua trabajador de la finca) y J. M. R. G. La fiscalía pide para ellos penas de 28 años de prisión, que la acusación particular, ejercida por Miguel Ángel Cristo, eleva a casi 39 años de cárcel. 

Frente a la tesis del ministerio público y la acusación particular de que los tres, armados con escopetas, amenazaron, golpearon y maniataron a la víctima mortal y a su esposa para robarles dinero (más de 40.000 euros en metálico y otros objetos de valor), los tres procesados insistieron en que fueron a robar cerdos y que, una vez sorprendidos por el dueño, que se «abalanzó» sobre uno de ellos, se precipitaron los hechos.

 Aseguraron que solo dos de ellos, D. G. M. y J. M. R. G., entraron en la casa, mientras que el tercero se quedó fuera y solo escuchó los gritos de la mujer y el disparo. El autor material del tiro explicó que fue J. M. R. G el que lo obligó a encañonar a la dueña de la finca mientras se llevaba al marido a unas naves y afirmó que pensaba que la escopeta estaba descargada. Según el relato del autor material del disparo, cuando ambos estaban con el matrimonio en el salón, después de que su compañero le dijese que «iba a cortarle los dedos de la mano a su mujer», el hombre amagó con abalanzarse sobre J. M. R. G, momento en el que él tropezó con una mesa y efectuó un disparo de forma accidental. «No tenía el dedo en el gatillo, pero se me resbaló y disparé», señaló D. G. M., quien dijo que pensó que le había dado al techo, hasta que vio caer al ganadero al suelo y fue consciente de la gravedad. 

En su declaración, contó que ni golpeó ni maniató al matrimonio e incluso llegó a señalar que cuando se quedó a solas con la mujer le dijo: "que para mí eran como mis abuelos y no les iba a pasar nada"

Huyeron en un vehículo del fallecido y se llevaron las armas. D. G. M. aseguró que él y A. J. M. M. quisieron entregarse, pero que J. M. R. G., al que señaló como ‘cabecilla’, los amenazó. «Me metió 3.000 euros en el bolsillo y me dijo que me callara, que en mi casa hacía falta el dinero».

También se juzga a las que entonces eran las parejas de los principales acusados, tres mujeres, para las que la fiscalía solicitaba penas de 15 y 8 años de prisión, que ayer rebajó a 30 y 24 meses de cárcel por considerarlas cómplices.

El testimonio de la viuda

«Usted no sabe lo que es vivir una película de terror siendo tú la protagonista». Es una de las frases con las que la viuda del ganadero de Badajoz al que quitaron la vida de un disparo en su finca de Feria resumió ayer lo que sintió la noche del 10 de mayo de 2020. Su versión de los hechos (que es la que también sostienen la fiscalía y la acusación particular) dista mucho de la ofrecida por los acusados.

La mujer, que declaró por videoconferencia desde una sala en el mismo edificio para evitar el contacto visual con los procesados, relató que el autor confeso del disparo llamó a la puerta de su casa fingiendo una avería en su coche para pedir ayuda. Momentos después, a su marido lo sacaron de un empujón de la casa. Él le grito para que cogiera una escopeta al darse cuenta de que era un robo, pero a ella no le dio tiempo a salir con el arma. Otros dos hombres, encapuchados, entraron en su casa y se la arrebataron. También, según dijo, se apoderaron de una segunda escopeta que había en la casa.

Los dos varones con la cara cubierta se llevaron a su marido, maniatado, a unas naves de la finca y el que iba a cara descubierta, se quedó vigilándola y la obligó a registrar los cajones de varias estancias en busca de dinero, «con la escopeta casi dándome en el cuerpo». Una vez que los dos hombres regresaron con su marido a la casa siguieron buscando dinero y hallaron fajos de billetes en varios puntos, pero querían más. La viuda aseguró que no paraban de amenazarlos de muerte y de insultarlos e incluso les dijeron que los iban a «torturar». «Nos apuntaban en todo momento con las escopetas y siempre con el dedo en el gatillo», contó la viuda, que se rompió en sollozos en más de un ocasión durante la declaración.

Cuando los tres hombres, armados se encontraban en el salón con el matrimonio, uno de ellos, a menos de un metro del marido, le disparó«No pudo tropezarse con ninguna mesa, porque no tenía nada detrás», aseguró la viuda, que, según relató, fue maniatada cuando estaba sobre el cadáver de su marido, que falleció casi en el acto. No sabe cuánto tiempo pasó hasta que pudo liberarse y llamar a emergencias para pedir auxilio. Si sabe que en esa noche se «rompió». «A mi marido lo han matado y a mí me han enterrado en vida. Mis hijos y yo no vamos a ser ya los mismos».