Los suyos, y algunos de los narcos que ha detenido, le llaman 'El Patrón' como señal de respeto. Lleva 23 años luchando contra el narcotráfico: Primero en Barcelona, luego en Galicia entre 2006 y 2017, y en la Brigada Central que ahora dirige. Es hijo de policía y en su despacho, repleto de medallas y distinciones, llama la atención un guante de boxeo, recuerdo de un chaval de 22 años que murió por la heroína.

Los 125 policías que trabajan a sus órdenes en la Brigada Central de Estupefacientes de la UDYCO han detenido a los narcotraficantes más mediáticos. El Comisario Antonio Martínez Duarte afirma que los narcos "son unos miserables" sin carisma alguno. Sin embargo, reconoce que vigilarlos, investigarlos, seguirlos y desbaratar sus planes "tiene una adrenalina que te engancha".

P: 25 años en la policía, 23 de ellos persiguiendo narcotraficantes. Su gente ha detenido a los narcos más famosos de Galicia, del Estrecho, a grupos colombianos, incluso algunos de los míticos Pink Panthers... ¿De dónde le viene esa pasión?

R: Mi padre era policía en Melilla, donde yo nací. Yo iba para seguridad ciudadana, pero cuando estaba haciendo las prácticas como inspector en Melilla tomé contacto con la investigación de tráfico de drogas y me enganché. Este mundo te engancha: primero sientes la adrenalina de investigarlos y seguirlos; luego, cuando los detienes te quedas en una extraña calma, como en paz. Nosotros trabajamos para decapitar las organizaciones criminales, tenemos que detener a los números 1. Y han caído todos. Nunca vamos a ganar la guerra al narco, hay que ser conscientes de que esta es una guerra que no vamos a ganar, pero es importante que ellos sepan que daremos la batalla hasta el final y que nadie que se dedique a esto se va a sentir cómodo en España.

"Los narcos gallegos ahora quieren ser como el demonio: invisibles"

P: Ha conocido a los narcotraficantes más famosos, se ha entrevistado con algunos de ellos en la calle y en prisión. ¿Cómo son?

R: No me gusta hablar de nombres concretos, pero los narcos que yo conozco, y he conocido a casi todos los grandes, son unos miserables. Ninguno me ha cautivado ni me ha parecido carismático. Los mayores traficantes que hemos detenido son tipos que están siempre mirando el móvil, siempre guardando su espalda, no se sientan a comer, no disfrutan del dinero, lo entierran. Compran coches de lujo, pero se mueven en furgonetas. Sito Miñanco tenía cierto carisma entre su gente por cómo los trataba, pero yo nunca he visto atisbo de grandeza en ninguno de ellos. No tienen nada que me haya llamado la atención.

P: Estuvo muchos años en Galicia, un territorio que estuvo muy contaminado por el narcotráfico y su dinero. ¿Cómo está ahora Galicia y cómo están sus narcos?

R: Los narcos gallegos no controlaron el territorio de Galicia gracias a la presión de algunas asociaciones de madres, de mujeres, a su presión social; también a la de algunos medios de comunicación, algunos fiscales y algunos jueces. Fue la sociedad la que plantó batalla y derrotó la inercia que llevaba Galicia de convertirse en un territorio controlado y consumido por el dinero del narco.

P: ¿Y ahora, hay riesgo de que Galicia vuelva a eso?

R: Los narcos gallegos siguen siendo los números 1 en transporte marítimo de cocaína en Europa. Ahora quieren ser invisibles, quieren ser como el demonio. Dicen que la mejor treta del demonio es que se dude de su existencia... Así lo intentan los narcos gallegos ahora. Comen en manteles de papel, van en furgonetas, tienen el Ferrari escondido en un garaje y el dinero enterrado, no viajan con la familia, no van al extranjero. Desde hace años, en Galicia los grupos ya no compiten entre sí, forman alianzas entre ellos, quedan allí dos o tres grupos muy fuertes, el resto se ha ido difuminando. Ahora compran bateas de forma industrializada, negocios de almejas, constructoras... y, sobre todo, tienen un ejército de abogados. Les diseñan estructuras complejísimas de blanqueo de dinero, ingenierías financieras. Lo de los billetes de lotería premiados, los caballos, los futbolistas y los cuadros son temas de traficantes viejos.

La Brigada Central de Estupefacientes, con parte de sus incautaciones de droga. CASO ABIERTO

P: El problema del Campo de Gibraltar, el Estrecho, con el tráfico de hachís es diferente al que hubo en Galicia en su día. ¿Cuál es la situación allí ahora?

R: Allí llegó a haber un problema de orden público, de respeto a la autoridad y a la ley. Estos últimos años se ha controlado muchísimo, han ido cayendo todos los jefes. Y, en consecuencia, el tráfico de hachís se está moviendo. La lucha antidroga es como un globo lleno de agua, si apretamos por una zona, engorda otra. Ahora el tráfico de hachís se está desviando a zonas de Huelva, Sevilla, Sanlúcar de Barrameda y la Costa del Sol. Nunca se va a acabar con el tráfico de hachís, pero se lo hemos puesto muy difícil, la prueba es que ellos están cambiando los métodos: estamos volviendo a coger camiones cargados, contenedores, veleros...

P: ¿Son distintos los narcos del Estrecho de los invisibles gallegos?

R: Hasta ahora han sido muy diferentes. Los del Estrecho eran tipos ostentosos, cuando llegaba a España un modelo nuevo de algunas marcas de coche ellos eran los primeros o los segundos en comprarlos. Llevaban zapatillas de deporte de mil euros, chándales de ochocientos... El Campo de Gibraltar llegó a ser la zona de Europa donde se vendían más ciclomotores. Eran de los narcos, para dárselos a los puntos (chavales encargados de vigilar las zonas donde hay policía y guardia civil) y los busquimanos (jóvenes que acuden a las playas en busca de fardos de hachís que se pierden en los desembarcos).

P: El año pasado, en plena pandemia, su gente incautó en España casi 30 toneladas de cocaína, 50 de marihuana y 70 de hachís. Supongo que también hay grupos criminales extranjeros que intentan instalarse aquí. ¿Puede ocurrir lo que está pasando en Holanda, que grupos criminales hayan amenazado de muerte a su jefe de gobierno?

R: La posición de España, su estilo de vida, su clima... hacen que lo intenten. Nosotros intentamos evitar que lleguen grupos que amenacen las libertades o las instituciones de este país. Ellos nunca se conforman, siempre van a más. La presión es la clave para que no nos coman el terreno, no hay que bajar la guardia. Si les dejamos, echan un pulso a los gobiernos, y no hablo de gobiernos africanos, hablo de gobiernos de Europa. En los últimos tiempos, grupos de narcotraficantes marroquíes y suecos han tratado de instalarse aquí, también grupos del Este de Europa; ellos saben que vamos a luchar frontalmente contra ellos, que este no va a ser un sitio cómodo.

Los agentes de la Brigada Central han sido testigos en directo de cómo los narcos a los que vigilan disfrutan de cenas de diez mil euros la noche mientras ellos toman un bocadillo. También lo fueron, años atrás, de aquellas orgías en Portugal con mujeres conocidas de televisión en las que algunos traficantes se sorteaban en rifas quién pasaba la noche con ellas. Quien ganaba, ganaba un polvo gratis, no el polvo blanco, sino un encuentro con una mujer más o menos famosa por seis mil euros. Son historias del narco. Realidad, no ficción. Algunas de ellas están ya en series de Netflix, otras figuran en proyectos españoles sobre los famosos Miami y otros grupos criminales y nocturnos.

R: ¿Ha visto alguna serie de narcos? ¿The Wire, por ejemplo?

R: He visto The Wire, es una serie de culto. Disfruté mucho viéndola, como espectador, pero nuestra vida no es así. El menudeo de drogas se persigue en España, pero no como lo cuentan en la serie. Aquí, para entrar en un narcopiso, por ejemplo, hay que estar en la calle, pero también hay mucho papel (diligencias) que hacer para que te autorice un juez, muchos indicios que reunir. Los policías de The Wire no podrían trabajar en España.

P: Tantos años luchando contra el tráfico de drogas, tantos detenidos, algunos de ellos incluso varias veces. ¿Cuál es el secreto para mantenerse y aguantar el desgaste?

R: Hay algunos clientes conocidos, sí, que han pasado por aquí varias veces. Cuando les ponemos los grilletes otra vez, alguno me dice: ¿no me preguntas por qué no me retiro?. Yo les digo que sé la respuesta, no se retiran porque eso es lo que les gusta, no pueden vivir sin esto. Una clave importante para sobrevivir a esto es que no hay que tomárselo como un asunto personal. A veces cuando los detenemos les decimos: has perdido, y ellos sonríen. Nosotros vamos siempre de frente, por derecho, sin atajos, y ellos lo respetan.

P: Ha hecho mucho daño a mucha gente, Comisario, a gente peligrosa. ¿Ha recibido amenazas?

Todos los que estamos en esto hemos recibido alguna. Pero es difícil que lleguen a la gente de la Brigada Central, corre más riesgos la gente de UDYCO que tenemos en las regiones, los que viven junto a ellos.