Entrevista

Juan Carlos Ortega: "En el humor de hoy hay más autocensura que censura”"

“Aparece el pódcast, que permite a la gente escuchar lo que quiere, y nos damos cuenta de algo que en el fondo sabíamos, que la radio no va a morir nunca”

Juan Carlos Ortega.

Juan Carlos Ortega. / Elisenda Pons

Xabier Sanmartín

A Juan Carlos Ortega (Barcelona 1968) solo le falta piso en Galicia, abrigo ya tiene, entretejido con cariño y botones de aplauso. En Galicia tiene amistades mil, va con frecuencia, piropea a su gente (“incluso tuve varias novias gallegas”, apostilla), da selfis con asiduidad y aparte de guiar un programa de radio hace meses en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Santiago, esta semana estuvo en otro acto del 90 aniversario de Radio Galicia (Cadena SER-Santiago). Nos visita un clásico de la radio hecha con amor y del humor en voz baja con la luna bien alta. Ortega no hace radio, la sueña.

Repunta el consumo de radio en franjas jóvenes, ¿se debe a la nueva relación del medio con internet o al buen trabajo de quienes hacen radio?

Creo que a la cosa tecnológica. Hasta no hace mucho, hasta antes de que el formato pódcast estuviera tan presente, los directores de las radios estaban muy preocupados, decían: ‘La gente joven prefiere cosas más visuales’, y, de pronto, aparece el pódcast, que permite a la gente escuchar lo que quiere, y ahí nos damos cuenta de algo que en el fondo sabíamos, que la radio es algo que no va a morir nunca. Y ahora, un montón de gente que no había escuchado radio en su día, está enganchadísima a pódcast que tienen descargas millonarias. Y eso es fantástico porque oyen pódcast de gente que los hace en su casa pero también de programas que hacemos en las emisoras. Así mucha gente joven nos oye a la hora que quiere, que era lo que a ellos les faltaba, porque ellos están acostumbrados a ver vídeos cuando les apetece. Es decir, los de la radio hacemos nuestro trabajo como lo hacíamos siempre para muchos jóvenes que antes no nos conocían.

¿Se ha estrechado los últimos tres o cuatro años la libertad de expresión a la hora de hacer humor?

Puede que existan casos concretos en los que sí se dé censura, pero creo que se da más la autocensura que otra cosa. Yo he hecho siempre lo que he querido, llevo diez años ya haciendo un programa semanal de humor donde nunca nadie me ha dicho nada. Todo depende de cómo lo digas, pero si algo tiene gracia, si realmente hace reír, es imbatible, nadie te lo puede censurar. Es un tema que también depende de cómo se hace... En mi caso concreto, el tipo de humor que hago y cómo lo hago no me ha causado problemas. Respecto a otros profesionales, es cierto que alguno puede haber tenido algún problema e incluso hay mucha gente que se corta a la hora de decir cosas que ahora puedan resultar políticamente incorrectas, pero creo que es más autocensura que censura.

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Llevar la radio a teatros está al alza pero usted tardó en dar ese paso.

Yo llevo unos cuatro años o una cosa así, más o menos. Era algo que nunca quería hacer. La gente me decía: ‘Hazlo, hazlo’; pero me daba mucha vergüenza. Acostumbrado a hacer radio sin que me vea la gente, ese paso de salir a los escenarios me generaba cierta precaución y miedo, pero fue hacerlo y decir: ‘No se da tan mal’. En el fondo, lo que yo hago en este espectáculo es radio aunque sea en un teatro, solo que apoyado con vídeos, y el público al que me dirijo es público radiofónico. Siempre que empiezo pregunto cuánta gente es fan de la radio y se levantan todas las manos.

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Ese formato está logrando convocar a targets de edad muy variada.

Yo tengo un público mayor, lo cual no me preocupa. Hay gente que me dice: ‘Oye tío, tienes que rejuvenecer tu público porque llegará un día en que la gente que te va a ver se hará mayor y se morirá y entonces no tendrás público’. Y yo siempre contesto: ‘Bueno, es que cuando mi público se muera yo también me habré muerto, por edad, entonces es algo que no me preocupa en absoluto’. Mi público y yo nos moriremos a la vez. Lo de rejuvenecer el público además es algo que me parece una cosa horrible porque a la inversa no se dice. Es decir, yo no me imagino a los directores de TikTok o Instagram diciendo: ‘Ostras, estamos preocupados porque no hay gente mayor en TikTok, hemos de envejecer a nuestro público, vamos a esforzarnos por captar gente mayor’. No lo hacen. ¿Por qué hemos de hacerlo nosotros? Es bueno que tengamos el público que sea, el público al que le gusta lo nuestro, y punto. Yo no me esfuerzo por captar público joven.

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No le imagino pidiendo una caja de Dom Pérignon como las estrellas de rock, pero ¿qué no puede faltar en su camerino?

Yo siempre le comento a Rafa, la persona que me acompaña en los bolos, que solo necesito frutos secos y agua. Frutos secos porque comer maíz me va bien para vocalizar antes, porque masticar fuerte ayuda y... agua. Sí que me gusta llegar a los recintos muy pronto, ver el teatro, hablar con los técnicos... Y el último cuarto de hora antes de empezar prefiero quedarme solo, caminando y repasando mentalmente las frases que tengo que decir.

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La palabra humorista se queda algo corta para sus vocaciones, ¿no? Radio, televisión, libros...

Gracias pero, en el fondo, el humor es una cosa que yo nunca me había planteado ejercer. Yo quería ser locutor de radio, hacer radio feria, y un día empecé a hacer cosas de humor y la gente se reía, pero nunca quise ser humorista. Si me llaman humorista me parece bien porque lo que hago es humor pero yo diría de mí que soy una persona que hace cosas en la radio.

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El pasado día 17 falleció Pepe Domingo Castaño, un icono de la comunicación a quien mañana sábado por la mañana rinden tributo en su tierra, Padrón. ¿Cómo le recuerda?

Yo siempre he tenido con él una relación extraña como oyente, porque no me gusta en absoluto el fútbol, me agota, me cansa muchísimo ya desde niño, pero, a pesar de eso, siempre que escuchaba su voz sabía que estaba ante alguien inmenso, y ese es uno de sus grandes méritos. Pepe Domingo Castaño traspasaba el tema del que hablaba y lograba que le escuchases con devoción estuviese haciendo publicidad de brandy o hablando de otra cosa. Además, me parece una cosa increíble que estuviera en lo más alto hasta el final de su vida.

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Ha escrito Miguel Gila: vida y obra de un genio (junto al periodista Marc Lobato) y varios libros con vocación divulgativa científica, caso de 'El universo para Ulises', pero ¿cómo es el Juan Carlos Ortega lector?

Estoy leyendo una autobiografía de Mark Twain, un libro corto pero que tiene mucha gracia, y estoy volviendo a leer libros de Hermann Hesse como Bajo las ruedas y El lobo estepario, y es increíble cómo libros de la juventud los lees de mayor de otra manera, pero los disfrutas igual.