El uno por ciento de la población mundial y unas 470.000 personas en España padecen trastorno bipolar, del que se desconoce la causa pero cuyas consecuencias incapacitan a quienes la sufren: los episodios maníacos y de euforia se suceden con etapas depresivas que en la mayoría de los casos ni siquiera los tratamientos logran estabilizar.

Lo cuenta a Efe el doctor Raúl Alelú, doctor en Medicina y en Psicología, psicólogo sanitario y profesor de la Universidad Francisco de Vitoria, cuya amplia experiencia en el tratamiento y la investigación de este trastorno le lleva a afirmar que padecerlo afecta enormemente a la vida cotidiana, la sociabilización y por supuesto a la inserción laboral.

Este miércoles se celebra del Día Mundial del Trastorno Bipolar. Quienes lo sufren tienen un comportamiento "extraño" que se caracteriza por un estado de ánimo muy fluctuante entre dos polos: de una tristeza patológica e incapacidad para sentir placer pasan a la manía. Las mujeres suelen tener primero episodios depresivos, y los hombres, en cambio, “debutan” con los maníacos.

“Hay una irritabilidad, una autoestima exagerada y una expansividad que va más allá de que alguien haya tenido un buen día. Quien la vive, piensa: ‘Soy capaz de conseguir todo lo que me propongo, soy la persona designada para ello’. En los casos más graves los episodios van acompañados de síntomas psicóticos como los delirios y las alucinaciones”, explica Raúl Alelú.

Pero… ¿Qué origina el trastorno bipolar? Raúl Alelú explica que hay una mezcla de componentes biológicos y psicológicos que interactúan entre sí para dar lugar a la aparición del trastorno bipolar. “Los genes que heredamos se exponen al ambiente, y, ya sea por estrés, por consumo de drogas u otros factores, se van activando. Hay otras personas que tienen predisposición y que, sin embargo, no desarrollan la enfermedad”.

“Una persona que tenga un diagnóstico de trastorno bipolar seguramente lo tenga durante toda su vida, además de otras enfermedades como pueden ser la ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria…”, puntualiza este psicólogo.

Hay distintos grados, y hay quien logra normalizar su día a día con la medicación y el tratamiento psicológico. Pero normalmente este síndrome, como el de la esquizofrenia o el trastorno límite de la personalidad, lleva asociadas complicaciones en la sociabilización.

“En la fase depresiva falta energía, uno no quiere salir de casa… Y en la fase de manía quizás uno al inicio puede verse acompañado por las amistades, pero llega un momento en que la patología se impone. Si además aparecen síntomas psicóticos como delirios o alucinaciones, el aislamiento del sujeto es mucho mayor”, explica este experto.

Eso conlleva que tampoco estas personas puedan tener una fácil integración laboral si no es en puestos adaptados y específicos.

“Es prácticamente imposible que un trabajador se pueda mantener en una empresa en una fase maníaca, porque va a tener una irritabilidad, una falta de control y de impulsos de una forma tan exagerada que va a ser imposible que pueda trabajar de manera ordenada”, describe este psicólogo, que pide aún más esfuerzos para dar soluciones adaptadas a las personas con problemas mentales.

El sufrimiento, además, alcanza a todo su entorno. “Desde la perspectiva de un padre y una madre, tener un hijo con un trastorno mental es devastador. Cambia la propia naturaleza de esa persona. Muchas madres comentan en consulta que ese ya no es su hijo: físicamente sí pero su comportamiento no. Hacen esa separación en muchos casos para preservar su propia salud mental”.

Las familias -explica Alelú- ponen mucha esperanza en que los científicos encuentren una causa y puedan revertir el trastorno. “Pero hay que decir la realidad: estamos todavía lejos de ese punto a pesar de que los esfuerzos son considerables”, sostiene este experto, que cree que “el conocimiento a nivel neurobiológico de los trastornos mentales está prácticamente igual que a comienzos del siglo XX”.

Ese desconocimiento repercute en general en el estigma que acecha a la enfermedad mental. “Es importante que entendamos que los trastornos mentales son exactamente igual que las enfermedades del corazón, del hígado o del páncreas. Deberíamos entender que son enfermedades del cerebro y que tarde o temprano encontraremos cuáles son las causas y serán tratables”.

Hasta que llegue ese momento, los expertos piden más conocimiento de las enfermedades mentales para lograr su normalización y que las personas que las sufren sean vistas sin miedo ni sorpresa, sino como un enfermo más.