Como cada año desde la década de los 70, el último domingo de cada octubre España cambiará el horario con el objetivo de adaptar la actividad laboral a las horas de luz natural, ahorrando así energía. Durante la madrugada que va del sábado 30 de octubre al domingo 31, los ciudadanos tendrán que retrasar sus relojes una hora. De esta forma, a las el domingo a las 3:00 horas, volverán a ser las 2:00 horas. En el caso de Canarias, a las 2.00 horas pasarán a ser la 1.00 de la madrugada, retomando así el horario de invierno.

A pesar de que no se trate de un cambio drástico, apenas son 60 minutos de diferencia, muchas personas perciben en su organismo algunas consecuencias, pues nuestras rutinas de sueño y actividades se ven alteradas de la noche a la mañana.

Una de las alteraciones más comunes es la de los ritmos circadianos, que son responsables de regular los cambios físicos y mentales que experimenta una persona a lo largo del ciclo de 24 horas que comprende un día. Principalmente, responden a la luz y a la oscuridad y afectan no solo a los humanos, sino también a animales, microbios y plantas. Los ritmos circadianos, controlados por el reloj biológico, nos ayudan a dormir cuando llega la oscuridad y a mantenernos activos durante cuando hay luz.

Cansancio y sueño

Estos desarreglos en el ritmo circadiano pueden provocar efectos que influyen en la vida de la persona. Así, nos podemos encontrar con menos energía o percibir cambios en el estado de ánimo sin motivo aparente o alteraciones en el sueño. Es posible, además, sentir que nos cuesta más concentrarnos. Dependiendo del horario de trabajo, algunas personas pueden verse más afectadas anímicamente, ya que salen de casa cuando todavía está oscuro y cuando llegan de vuelta está anocheciendo; haciendo que prácticamente la totalidad del tiempo de ocio se desarrolle con poca luz.

Cansancio, malestar o irritabilidad son algunas de las causas del cambio de hora. ShutterStock

El cambio de hora produce un sutil desajuste temporal entre las señales externas que perciben nuestros sentidos, como la luz solar o la temperatura, y las internas, como los ritmos circadianos. Este cambio de horario puede dar lugar en algunas personas a un pequeño ‘jet lag’ que provoca fatiga, somnolencia durante el día y dificultad para conciliar el sueño. Además, podemos sentirnos un poco más irritables o tener ciertas dificultades para mantener la concentración.

Las personas mayores y los bebés pueden verse más afectados y los hombres y mujeres con algunas patologías, como epilepsia, trastorno de ansiedad, migraña o deterioro cognitivo, también son más sensibles a las consecuencias del cambio de hora.

Consejo para adaptarse al cambio de hora

Mantener una rutina de sueño, llevar una dieta sana y desconectar el móvil son algunas de las claves aportadas por Asociación para el Autocuidado de la Salud (Anefp) para adaptarse al cambio de hora.

"Establecer una rutina de sueño, con un horario más o menos fijo para acostarse y levantarse, ayudará a evitar problemas de insomnio. Para facilitar la adaptación a la rutina de sueño, es aconsejable evitar las siestas durante las primeras semanas del nuevo horario” aseveran desde la organización.

La Anefp destaca la importancia de mantener el cerebro activo mediante la lectura. ShutterStock

Además, aconsejan mantener una dieta sana, rica en frutas y verduras, y reducir el consumo de alcohol, cafeína y otros excitantes, especialmente por la noche; y aprovechar las horas de luz para practicar ejercicio y realizar actividades al aire libre.

Del mismo modo, Anefp subraya la importancia de mantener el cerebro activo mediante la lectura, pasatiempos o juegos de memoria; así como adelantar la hora de la cena y tomar alimentos ligeros para evitar digestiones pesadas que puedan afectar a la calidad del sueño.

Finalmente, recomiendan disminuir el uso de dispositivos móviles, tablets y ordenadores antes de ir a dormir, ya que la luz de la pantalla puede afectar a la conciliación del sueño.