Virgencita, cuídame», reza la llamativa pulsera que Núria luce en su mano izquierda. «Bueno, es como mi amuleto para viajar, y habría sido imperdonable olvidarlo esta vez, ¡viendo cómo está el panorama!», explica esta joven de Vilafranca del Penedés entre la risa y el rubor, casi obligada a dar explicaciones por tan devota inscripción. Una tendencia, la de consagrar a los altares las esperanzas de un vuelo sin incidencias que fue tendencia mayoritaria ayer en El Prat, primer día de huelga indefinida de los vigilantes del control de seguridad de Eulen. Lo raro ayer era encontrar a alguien que no se hubiera encomendado a la Guardia Civil, el recurso elegido por el Ministerio de Fomento para atajar la crisis en la instalación aeroportuaria.

Pero el Ejecutivo central no se conforma con esta medida y el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, ha anunciado una reunión extraordinaria del Consejo de Ministros mañana para abordar el conflicto. Asimismo, De la Serna ha señalado que el Gobierno acelera los trámites para llevar a cabo el arbitraje con los trabajadores de Eulen en huelga y la aplicación del laudo obligatorio.

Volviendo a Núria, acaba admitiendo que, lejos de supersticiones y liturgias místicas, la presencia de los guardias la reconforta y le transmite mucha seguridad. Y que de haberlo sabido se habría ahorrado las ocho horas que se va a tragar en el aeropuerto, cruzando los dedos por un traslado sin sobresaltos a Doha, escala previa antes de llegar a Sri Lanka.

Tanto o más entregados a la causa están Francisco y su familia, como la inmensa mayoría de los pasajeros consultados. «Apenas hemos estado cinco minutos en la cola, bastante menos que otro día de temporada alta. Así que, por mi parte, ¡bienvenida sea la Guardia Civil!», destaca este catalán poco antes de aproximarse a la zona de arcos de seguridad. Ese era uno de los espacios donde mejor se apreciaba la magnitud del desembarco del instituto armado. Entre uno y tres agentes se distribuían alrededor de cada escáner tras la zona de detección de metales.

«Nosotros no venimos a cubrir el puesto de nadie. Ni siquiera intervenimos, que eso es cosa del vigilante, y lo sabemos todos», destaca un mando del cuerpo. ¿A qué achaca la sensible reducción del tiempo de espera de los pasajeros? «Por el uniforme no creo que sea, que nosotros solo intimidamos a quienes tienen algo que ocultar, y no es el caso de la gran mayoría. Será que hoy hay menos vuelos que otros días», dice.