La costa este de EEUU ha empezado este domingo el monumental esfuerzo de intentar volver a la normalidad tras más de 30 horas bajo el azote de una histórica tormenta de nieve y vientos huracanados. El fenómeno meteorológico, que afectó a un área de donde viven 85 millones de personas, ha dejado al menos 26 muertos, acumulaciones de hasta 91 centímetros de nieve en cinco estados, inundaciones serias en Nueva Jersey y problemas de suministro eléctrico en muchas zonas.

Dos grandes urbes como Nueva York y Washington han estado prácticamente paralizadas y decenas de miles de personas se han visto afectadas por las cancelaciones de vuelos y otros transportes. "Sobrevivimos", declaró orgulloso Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, tras levantar el veto al tráfico rodado.

Lo mismo pasó en la ciudad de Nueva York, donde se registró la segunda mayor acumulación de nieve desde 1869 (68 centímetros) y donde muchos desafiaron los ruegos de quedarse en casa. La tarde y noche del sábado, hasta que la nieve dejó de caer sobre las dos de la mañana, pasearon por la urbe teñida de blanco, paseando, fotografiándose y jugando.

Por la mañana, ya bajo un sol radiante, poco a poco volvieron a reinstaurarse los servicios de transporte público y abrir teatros y museos. El mayor esfuerzo se centró en los servicios de limpieza, tanto públicos como de los propios neoyorquinos, obligados por ley a despejar las aceras frente a sus casas.

MUERTOS CON LA PALA Seis de las 18 personas que murieron durante la tormenta invernal, incluyendo tres hombres de 67, 78 y 80 años en Nueva York, fallecieron por problemas cardíacos precisamente mientras trabajaban con la pala. La mayoría de las muertes, no obstante, se produjeron en accidentes de tráfico en Arkansas, Carolina del Norte, Kentucky, Ohio, Tennessee y Virginia, donde dos personas murieron también de hipotermia.

Hubo además una muerte por arma de fuego en Carolina del Norte, donde ha sido arrestado un motorista disparó al buen samaritano que se había parado a ayudarle en la carretera.

Los mayores quebraderos de cabeza fueron para los pasajeros de los más de 3.700 vuelos cancelados el domingo, un número calculado por la compañía Flightaware.com, que eleva a más de 10.000 los suspendidos desde el viernes y a los que se sumarán al menos 615 también cancelados de momento para hoy. En Nueva York, aunque tanto el JFK como La Guardia y Newark estaban abiertos, ayer cancelaron 950 vuelos de salida y 900 de entrada.

Y permanecían cerrados dos de los tres aeropuertos de la capital, Washington DC, donde además la red de transporte público quedó bloqueada y se esperaba que los problemas continuaran al menos hasta mañana martes.