María Luisa Torres, la primera madre que denunció a Sor María por haberle quitado a su hija recién nacida, confesó ayer, tras conocer la noticia del fallecimiento, que había "rezado" para que la religiosa "no se muriera". "No porque le tuviera ningún aprecio, sino porque quería verla en los juzgados", precisó. "No me voy a rendir nunca. Tienen que pagar. No se puede cerrar el caso. Yo he empezado esto y lo voy a terminar", proclamó Torres. Otras madres han reprochado que Sor María no hablara antes de fallecer "para tener la conciencia tranquila". La mayoría de ellas han acogido el suceso entre la rabia y la resignación ante lo inevitable. "Sabíamos que podía pasar, pero no esperábamos que fuera tan pronto", señaló María Cruz Rodrigo Hernández.