A golpe de bisturí y por culpa de la obsesión con la imagen, Los Angeles se ha ganado el epíteto de ciudad plástica . Nada ha cambiado en ese terreno, pero en el medioambiental, en cambio, el consejo municipal acaba de convertir a la urbe californiana, de casi 4 millones de habitantes, en el mayor núcleo de población urbana de EEUU que pone freno a otro tipo de plástico: el de las bolsas. En una votación en la que solo uno de los 14 miembros del consejo angelino contestó los argumentos del lobi del plástico, la ciudad aprobó un plan que vetará en unos 7.500 establecimientos las bolsas de un solo uso.

Cada año, Los Angeles utiliza 2.300 millones de estas bolsas, y solo el 5% son recicladas. En toda California el total asciende a 12.000 millones, según datos de Heal The Bay, uno de los grupos que lucha contra el plástico denunciando que muchas de las bolsas acaban en el océano Pacífico.

La aplicación del veto en Los Angeles será gradual. De momento, el consejo ha pedido al fiscal general que prepare una ordenanza y reclama un informe ambiental, un proceso que puede durar varios meses y al que deberán seguir dos votaciones, primero en un comité y luego en el pleno. Pero la aprobación se da por segura, y a partir de entonces las grandes superficies dispondrán de seis meses (un año en el caso de las tiendas) para dejar de ofrecer bolsas.

Vencidos esos plazos, los establecimientos podrán cobrar 10 centavos (unos 8 céntimos de euro) por las bolsas de papel, un incentivo para que la gente reutilice sus bolsas. Dentro de dos años Los Angeles estudiará si ese coste adicional reduce el empleo de bolsas de papel, de las que actualmente se utilizan más de 4 millones cada año.