Bélgica se encontraba ayer conmocionada por la tragedia de la muerte de 22 niños y seis adultos en un accidente ocurrido durante la noche del martes cuando un autocar escolar de retorno de vacaciones chocó violentamente contra el muro de un túnel en la localidad suiza de Sierre. El número de víctimas mortales aún podría incrementarse, ya que tres de los 24 heridos supervivientes se encuentran en estado de coma con lesiones torácicas y cerebrales graves.

Un menor con doble nacionalidad belga y española figura entre los 28 fallecidos en el accidente, según informaron las autoridades belgas al Ministerio español de Asuntos Exteriores y Cooperación. Otros dos menores gemelos con doble nacionalidad, de madre belga y padre español, viajaban en el vehículo siniestrado, pero no han fallecido. De hecho, ambos se hallan fuera de peligro, según ha informado el Ministerio de Exteriores. La familia vive en Bélgica desde hace dos años.

"Es un día negro para nuestro país. Todos los belgas comparten nuestra inmensa tristeza. No hay palabras para expresar lo que sentimos. Vista la amplitud de la catástrofe y la emoción que suscita, el Gobierno ha decidido que habrá un día de luto nacional", declaró el primer ministro belga, Elio Di Rupo, antes de partir hacia Suiza. El rey Alberto II y la reina Paola también se desplazaron a Suiza, al igual que numerosos familiares de las víctimas.

El accidente se produjo a las 21.15 horas, cuando el autocar que circulaba por la autopista en dirección a Sion, por causas aún desconocidas, se desvío de su trayectoria y chocó frontalmente contra la pared del túnel.

Ningún otro vehículo estuvo aparentemente involucrado en el accidente. "Era de noche y estaba oscuro. Sentí un fuerte choque. Todos los asientos se levantaron y me encontré atrapado entre dos", explicó por teléfono a su padre uno de los niños supervivientes, que tiene las dos piernas y un brazo rotos.

El impacto fue tan violento que nadie escapó ileso. De los 52 pasajeros del autocar, todos resultaron muertos o heridos. La extracción de los heridos requirió mucho tiempo debido al estado en que quedó el autocar, con la parte frontal pulverizada y la mitad delantera de la estructura convertida en un amasijo de vidrios rotos y hierros. Más de 200 profesionales trabajaron en el lugar del accidente.

NIÑOS DE 11 Y 12 AÑOS Los niños tenían 11 y 12 años y procedían mayoritariamente de las localidades flamencas de Lommel y Heverlee, cerca de Lovaina, aunque también había una decena de niños holandeses. Los dos conductores del autocar, así como cuatro profesores que acompañaban a los alumnos en la excursión, resultaron muertos en el accidente.

El siniestro se produjo cuando el autocar acababa de comenzar el viaje de retorno a Bélgica, tras unas vacaciones de esquí en la estación de Val d´Anniviers, en la región de Valais, cerca de la frontera francesa.

El fiscal del cantón de Valais, Olivier Elsig, afirmó que el autobús circulaba a la velocidad permitida cuando se empotró contra la pared. El autocar era relativamente nuevo.