Una madre británica que inyectó por compasión una dosis letal de heroína a su hijo, de 22 años, que sufría una lesión cerebral irreversible, ha sido condenada en Londres a cadena perpetua.

Frances Inglis, de 57 años, ha justificado su acción explicando que sentía que no tenía más remedio que liberar a su hijo, Thomas, del "infierno en vida" que suponía su estado vegetativo.

En los muslos y en el brazo

Inglis, madre de tres hijos, estaba en libertad condicional después de haber intentado antes matar a Thomas cuando se registró en noviembre de 2008 bajo una identidad falsa en el centro donde ése estaba hospitalizado.

La mujer ha admitido el hecho, pero ha insistido en que había actuado únicamente por compasión. "Le sostuve en mis brazos, le dije que le quería, cogí una jeringa y le inyecté en los muslos y el brazo. Le dije que todo iría bien", ha relatado la madre.

Apoyo incondicional

Los miembros del jurado la han considerado culpable y el juez, Brian Barker, ha dicho que, con independencia de cuál hubiera sido su intención, se trata de un asesinato. La familia de la condenada ha pedido la revisión del caso.

A las puertas del tribunal, el hijo mayor de Inglis, Alex, de 26 años, ha defendido a su madre y ha dicho que había actuado sólo "por amor" hacia su hermano. "Toda la familia y la novia de Tom apoyamos totalmente a mi madre. Todos los que amaban a Tom y se sentían cerca de él no consideran lo que ha hecho un asesinato, sino un valiente acto de amor", ha afirmado Alex.

Ligera mejoría

Thomas Inglis sufrió graves lesiones cerebrales tras saltar en julio de 2008 de una ambulancia y golpearse la cabeza contra el suelo. Había participado en una pelea a las puertas de un pub y se había roto el labio, pero no quería que le llevasen al hospital.

Últimamente, había mostrado una ligera mejoría, pero seguía necesitando cuidados continuos y su madre, que se estaba formando como enfermera, no quiso creer el pronóstico alentador de uno de los médicos.