Si uno anuncia estas fiestas que ha dejado de fumar, será incluso aplaudido. Si es diabético, la familia estará al tanto para que el azúcar ni lo huela. Pero el alcohol estará en todas las mesas, reuniones y fiestas. La cultura social española no respeta a los abstemios, los ex alcohólicos y a las personas en riesgo de caer en el alcoholismo. El resultado es que no siempre saben decir "no, gracias", y que más de la mitad de las recaídas en la bebida se producen en el periodo navideño, según explican los expertos en adicciones, que tratan de enseñar a los afectados a vencer este tipo de peligros, desde la propuesta de un brindis con cava hasta la oferta de "solo un par de dedos" de Ribera del Duero.

"Puedo decir no tomo sal porque tengo hipertensión, pero no puedo decir no tomo alcohol porque soy alcohólico. Es una enfermedad muy estigmatizante. Entonces dices: Va, ponme un poco, y al final caes", relata Mario P. M., de 45 años y empleado de seguros con oficina en Madrid.

No en vano en estas fechas se da "el pico más alto" del año en consumo de bebidas alcohólicas, según informan las distribuidoras de las principales marcas de cava, whisky, ron, ginebra y otros licores. La Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes) calcula que el número de casos de intoxicación por alcohol y los trastornos digestivos crece en torno al 20% durante estos días.

Carlos Alvarez Vara, experto en drogodependencias y psiquiatra del Hospital Virgen de la Torre de Vallecas (Madrid), calcula que la población verdaderamente alcohólica no pasa del 15% porque esta enfermedad depende de seis variables de marcadores genéticos heredables. "Hasta que no avance la ingeniería genética, el único tratamiento que existe es la abstinencia. Como una calada en el caso de los fumadores, medio vaso de vino es suficiente para recaer en el alcoholismo", ilustra el experto.

NOCHES DE RIESGO "Se bebe más en las casas, en el trabajo, en las salidas. En Cataluña, el fin de año y la verbena de San Juan son las dos noches con más riesgo para los pacientes y las personas que no tienen todavía problemas con el alcohol", describe Marta Llorens, directora del Insituto de Psiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar de Barcelona. "Es cierto que los alcohólicos lo pasan mal, porque no lo tienen fácil. Para nosotros se trata de una enfermedad, pero la sociedad todavía lo ve como un vicio", lamenta esta psiquiatra.

Los terapeutas alertan de que, además de que se multiplica la cantidad de alcohol en los hogares, en estas fiestas suelen desencadenarse circunstancias sociales que no son favorecedoras para combatir el alcoholismo, como más rupturas de parejas, más conflictos con los hijos o, "simplemente, a veces, una mayor soledad o depresión que animan a beber", apunta Francisco Pascual, especialista en conductas adictivas y médico de la unidad de alcohología del Hospital de Elda, en Alicante.

LAS AYUDAS Las terapias se centran en reforzar la decisión de los enfermos de no reincidir en la destrucción personal a la que les condujo el alcohol --lo que se logra no probando ni un trago-- y proponen habilidades o trucos para saber navegar a contracorriente en los ambientes sociales, sin que los afectados pierdan de vista que lo hacen por su propio bien. "Tratamos de que aprendan a decir no, porque no me sienta bien o estoy tomando unas pastillas y me ha dicho el médico que no debo. Respuestas que sean socialmente aceptables y no estigmatizantes, como lo es decir porque soy alcohólico", indica Llorens. Alvarez Vara.

Asegura Angel Velasco, presidente de la Asociación Vallisoletana de Alcohólicos Rehabilitados, que estos días son especialmente difíciles para aquellas personas que están iniciando su rehabilitación.