La Comisión Ballenera Internacional (CBI) cerró ayer sus debates en Santiago de Chile sin disimular los enfrentamientos entre los países que reclaman una mayor cuota para la caza de cetáceos y aquellos que promueven políticas conservacionistas. El punto de mayor desencuentro se dio con el rechazo a la solicitud de Groenlandia, territorio autónomo perteneciente a Dinamarca, de que se aumente a 10 el número de ballenas jorobadas que capturan sus comunidades de aborígenes.

Desde 1986 rige en los papeles una moratoria a la caza comercial de ballenas. Sin embargo, Japón se ha otorgado a sí mismo una cuota de 1.000 de estos mamíferos alegando unos "propósitos científicos" que muy pocos toman en serio. Noruega e Islandia también desafían la prohibición. La 60 Asamblea Anual de la CBI no sirvió para disuadirlos y añadio otra cuota de frustración . "Nada se ha logrado en favor de las ballenas", dijo con resignación Ralf Sonntag, del Fondo Internacional para la Protección de los Animales y su Hábitat.

La principal crisis estalló el jueves, cuando Dinamarca rompió, según los anfitriones, el acuerdo previo de no votar temas que no eran objeto de consenso. Las comunidades aborígenes de Groenlandia están autorizadas por la CBI a cazar 231 ballenas jorobadas cada año. Pero sus representantes aseguran que necesitan más carne y fundamentaron su pedido en una opinión del mismo Comité Científico del CBI, según el cual, el incremento de las capturas en el número solicitado no afectaría a las poblaciones de esta especie.