Capuchinos rompía ayer corazones. Literalmente. Y puede permitirse este juego de palabras ya que al final se quedó en un susto (amargo, pero a Dios gracias solo un susto) el ataque que sufrió el capataz Rafael Muñoz Cruz, y por el que tuvo que ser llevado en una UCI móvil desde la iglesia al Reina Sofía. Con esos mimbres puede imaginarse el cuerpo con el que los componentes de la Junta de Aguas decidieron suspender la estación de penitencia, muy acertadamente por cierto, ya que después caerían varios chaparrones.

En todo caso, por fin llegaron noticias tranquilizadoras sobre Rafael, los hermanos recompusieron el ánimo y comenzó a llegar bajo un cielo plagado de nubarrones miles de visitantes a Capuchinos, tantos que la Policía tuvo que habilitar un plan para que se entrase solo por El Bailío y salir por Torres Cabrera. Por supuesto, se rezó mucho por Rafael.