El obispo, Demetrio; el obispo de Bilbao, Mario Iceta; los sacerdotes y religiosos de la diócesis de Córdoba, junto a un buen puñado de fieles, --en hermosa manifestación de comunión--, celebraron ayer en la catedral la misa crismal, con la consagración del Santo Crisma y la bendición de los demás óleos. En la homilía, el prelado desarrolló cuatro puntos centrados en el significado de la confección del Crisma, en las dos siluetas blancas de Benedicto XVI y el Papa Francisco, en el Año jubilar de San Juan de Avila, con espléndidos frutos ya en Montilla, y en la renovación de las promesas sacerdotales, que un día hicieran ante su obispo y el pueblo santo de Dios. Se fundían así las esencias del cristianismo, con el aroma de las imágenes que cruzan las naves catedralicias en ardiente manifestación de fe.