Ciertamente, la hermandad del Cristo del Remedio de Animas no se arriesga un pelo a que le caiga un chaparrón. No es ningún secreto su proverbial prudencia, ni para los hermanos ni para el resto del mundo cofrade. Pero lo que ocurrió ayer en San Lorenzo no solo hay que atribuirlo a que la hermandad esté acostumbrada a no salir si hay peligro con la lluvia. La cofradía convirtió lo que es la mayor pesadilla de todo cofrade, que se suspenda la estación de penitencia, en una auténtica fiesta serena para los mismos hermanos y para todos los que aguardaban la salida de los pasos. Con todo orden, se anunció la suspensión de la estación de penitencia, los hermanos comenzaron a rezar el rosario y, en mitad, como invitando al pueblo de Córdoba, abrieron el paso para la visita y para que los devotos se sumaran al rezo. Todo orden. Todo elegancia, hasta en pleno dolor. Que es cuando hay que ser más elegante.