La sexualidad es un aspecto central en nuestras vidas. Es un hecho que nos iguala porque todos somos seres sexuados por naturaleza.

Pero no es únicamente tener relaciones sexuales: abarca desde la capacidad de crear vínculos con otras personas, la orientación sexual, la identidad o expresión de género a la relación con el erotismo. Y todo esto se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, prácticas sexuales… 

Sin embargo, tendemos a pensar que hay personas con determinadas características que no tienen ese deseo. Hablamos, sobre todo, de las personas con discapacidad. Según los últimos datos de la ONU, más de 500 millones de personas en el mundo tienen algún tipo de discapacidad.

“La sexualidad se vive con menos información, menos desarrollo social, menos intimidad, más sobreprotección y más mitos”, explica a este portal Anabel Chacón,  Educadora Social especialista en Tratamiento Educativo de la Diversidad.

¿Por qué sigue siendo tabú la sexualidad de las personas con discapacidad?

Porque ha sido un tema poco tratado, silenciado, invisibilizado y patologizado. Sin embargo, comienza a tratarse más y a generarse una mayor reflexión en torno a ello, sobre todo, por parte de profesionales que trabajan con personas con discapacidad o incluso las propias personas con discapacidad y sus familias.

Hace poco se me quedó grabada una frase que dijo una ponente en un Congreso sobre la Inclusión de las Personas con Discapacidad, que decía “por qué a mí se me ha negado el recibir una educación afectivo-sexual si mi cuerpo también siente, si siento placer, tengo deseos”. 

Si es cierto que continúa habiendo una mirada prejuiciosa desde una parte de la sociedad que no conoce de cerca la realidad de estas personas. Toda la sociedad debe estar preparada para aceptar la dimensión sexual de las personas con discapacidad posibilitando una mejora de la calidad de vida de estas personas.

Archivo - Discapacidad AYUNTAMIENTO LAS ROZAS - Archivo

¿Cuáles son los mitos más extendidos de la sexualidad en la discapacidad?

Considerar a las personas con discapacidad como personas asexuadas. Si son personas que no tienen sexualidad, para qué les vamos a ofrecer educación afectivo-sexual. 

También la idea de que si se les ofrece una educación afectivo-sexual se va a despertar su sexualidad inocente y dormida y va a desembocar en algo salvaje y descontrolado. Cuando está claro que no es así, no hay nada que indique que sus comportamientos sexuales sean más excesivos. 

De hecho es la falta de educación afectivo-sexual la que provoca que puedan tener conductas desajustadas, y esto podría darse tanto en personas con discapacidad como en personas sin discapacidad si no se recibe una buena educación desde que somos pequeños y pequeñas.

Asimismo, confundir sexualidad con relaciones sexuales, o relaciones sexuales con el coito y considerar el coito la conducta sexual más importante, excluye a personas con discapacidad. El contacto íntimo no se reduce a esto. Todos los sentidos: el tacto, el gusto, el oído y el olfato pueden ser fuente de erotismo y de experiencias gratificantes. 

¿Cómo han sido construidos esos mitos?

Al final y al cabo todos formamos parte de una cultura con sus estigmas e ideas preconcebidas. Por ello, lo importante es invitar a la reflexión para promulgar los estereotipos y para romper con ellos. Está en nuestro papel, en el de todos, dar una nueva visión de la sexualidad en las personas con discapacidad.

¿Qué se consigue al desmontar y superar esos mitos?

Reconocer a las personas con discapacidad como personas sexuadas y cumplir con los derechos sexuales y reproductivos (derecho a la propiedad de su cuerpo, derecho a tener privacidad e intimidad, derecho a recibir información y ayuda en el campo de la sexualidad,  derecho a explorar su cuerpo y descubrir sus posibilidades de placer sexual).

También, verlas como personas que pueden sentir atracción y que pueden atraer, que tienen capacidad de amar, de expresar cariño, de compartir sensaciones corporales, de enamorar, de seducir.

Se les da su derecho a recibir una educación afectivo-sexual sana y satisfactoria y a ser las protagonistas de sus vidas. De igual modo, si se atiende, se educa y se presta apoyos a su sexualidad, van a poder expresar situaciones de abuso. 

¿Cuál es el camino que se ha de seguir para trabajar la sexualidad en las personas con discapacidad?

Hay que continuar por el camino en el que ya nos encontramos, que este tema esté cada vez más presente en las agendas de muchas de las asociaciones que acompañan a personas con discapacidad.

Igualmente, debe persistir la visibilización, dando voz a personas con discapacidad que tienen necesidades afectivas y sexuales, así como el asociacionismo: crear desde diferentes ámbitos y profesiones, aportar nuestra visión y crear un camino en el que sea sencillo acompañar a estas personas en áreas complejas como la sexualidad. 

Se trata de ir en el mismo sentido que con el resto de sexualidades pero con más acompañamiento, apoyo y empeño. Evitando el silencio y la sobreprotección y propiciando espacios y tiempos de intimidad y espacios para las relaciones personales.

Del mismo modo, como debería ser también en las personas sin discapacidad y, sin embargo, no se da en muchas escuelas, se debe iniciar la formación sexual desde una edad temprana, ofreciendo información en torno a las experiencias que vamos viviendo cotidianamente relacionadas con la sexualidad.

Así se estarán sentando las bases sobre las que construir con posterioridad, conceptos sobre sexualidad más avanzados.

Partiendo de estas primeras enseñanzas se irán adquiriendo los recursos y herramientas que necesitan para tener la mayor autonomía posible que permita su grado de discapacidad, para vivir su sexualidad de manera saludable en el entorno en que vive. 

Archivo - Una mujer ayuda a su hijo con discapacidad a colocarse la mascarilla. ROBERTO PALOMO - Archivo

Porque, como hace hincapié la especialista,  "no podemos afirmar que somos una sociedad inclusiva si negamos una parte de la identidad de algunas personas que forman parte de la misma".

La sexualidad y la discapacidad se ha convertido en tema central de obras audiovisuales para romper con tabúes.

Es el caso de Y yo, ¿por qué no?, un documental que trata sobre los diversos aspectos de la sexualidad y afectividad de las personas con discapacidad intelectual, o Yes, we fuck, otro título sobre la sexualidad en personas con discapacidad a través de seis historias de vida.