Dos años después del inicio de la pandemia, con los fondos de recuperación europea en marcha y un sinfín de medidas de ámbito nacional, autonómico y local enfocadas a hacer que el motor vuelva a funcionar, los índices macroeconómicos van por un lado (o era así hasta que la sexta ola empezó a azotar con más fuerza) y la realidad de las familias, por otro. Si bien las cifras de empleo en Córdoba son halagüeñas, los índices de precariedad que siguen soportando quienes ocupan esos nuevos puestos de trabajo, en un contexto de inflación disparada, con el precio de luz, gas y combustibles por las nubes, dejan poco margen para lanzar las campanas al vuelo. Los datos de pobreza pura y dura, de aquellos que viven en la miseria, sin vivienda ni ingresos suficientes para gozar de una vida digna, indican que la brisa de la recuperación aún sopla muy flojito. El recuento anual de personas sin hogar reveló que más de 300 personas siguen viviendo en la calle en Córdoba, los mismos que hace un año. A lo que se suma el aumento de las ejecuciones hipotecarias, que se convertirán pronto en desahucios. Es posible que la soga invisible que rodea el cuello de muchos hogares se haya aflojado un poco, pero sigue estando ahí. Quienes tienen trabajo, desde funcionarios a autónomos, emprendedores y demás sectores afectados por los avances y retrocesos de la pandemia, siguen preocupados porque aún no logran ver la línea del horizonte. La vacunación de más del 80% de la población ha servido para tomar impulso y constatar que aún queda virus e incertidumbre para rato, entre otras cosas, porque sabiendo que estamos ante una pandemia global, no hemos sido capaces de distribuir las vacunas con criterios solidarios y medio mundo sigue sin inmunizar, con el consiguiente efecto rebote de nuevas variantes. La otra gran incógnita que ha dejado el 2021, en el que una enorme crisis de suministros ha puesto en jaque a medio planeta, es qué modelo de sociedad surgirá tras la pandemia y si se avanzará por fin en los retos de justicia social y medioambiental que tanto urgen. El 2022 llega, por tanto, con más preguntas que respuestas.