El contador de visitantes en Martin de la Roa 9 ha sobrepasado a las 12.00 horas el medio centenar de personas. Los Patios de Córdoba han obligado a formar colas interminables que han dado la vuelta a las esquinas en el primer fin de semana del centenario de la fiesta Patrimonio de la Humanidad. Decenas de pacientes viajeros se han reunido en cada puerta y San Basilio, estafeta de admiradores de las flores, ha hervido de turistas y cordobeses desde primeras horas del día.

En la puerta del número 17, Lucía recibe sorprendida a los visitantes. «Nunca hemos tenido esta cola a las 11.30». Y apuntaba a las 12.00 y a las 19.00 como horas fuertes en las que imaginar sobrecargadas sombras en un sábado en el que concluyen la relajación de las restricciones, la celebración y las condiciones que dispone el mes de mayo. Además, «como mañana pone agua, hoy esperamos más todavía», añade la cordobesa. 

En la toma de las calles donde los patios reinan, el personal de Cruz Roja desplegado y los agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad se esfuerzan por mantener el orden entre quienes llegan y tienden, huyendo del sol, a la dispersión. «Está todo muy controlado respecto al gel y la temperatura, pero ya la distancia...», percibe Lucía. «Es que hay muy poco espacio». En la entrada, los termómetros multiplican números y el equipo de recepción esperaba temprano una mayor afluencia, incluso, en los minutos y horas posteriores. La temperatura ha ido proporcionalmente en aumento con las cabezas que asomaban sobre los mapas con sombreros y bebidas frías preparadas.

De Hueva a Madrid

Dos parejas de Huelva hacen tiempo contemplando los balcones para ver los frutos de todo un año de esfuerzo. Y miran las flores como analizando una especie extraña, la magia de estirar la belleza hasta tal punto. Y no es que en la provincia onubense carezcan de patios. Los hay y «yo tengo», dice una de las mujeres, pero «no de estos». «A mí no me salen estas flores», reconoce tras admirar unas gitanillas colgando del cielo. 

La primera pareja está aquí por insistencia, por palabras, por repetir lo que años antes habían experimentado sus acompañantes en una visita a la ciudad. Se podría decir que se encuentran aquí arrastrados por la pareja veterana, que, esta vez, hace de guía para perderse en las calles de la capital hasta la partida, de nuevo, a su origen.

Y, sin ruta, avanzan al ritmo que imponen las entradas y las salidas. Que se tarda más en entrar que en descifrar el patio no es una novedad. «Colas hemos hecho antes», comentan. Quizás la espera no canse cuando el asombro se acaricia. «Me encanta», exclama con ímpetu una de las onubenses tras haber dejado atrás sus dos primeros patios cordobeses.

Con mapa en mano, Luis y Ana, una pareja madrileña, trazan un cruce que, de flor a flor, disecciona la ciudad. De San Basilio a Realejo hay más de una decena de patios por descubrir o recordar. Pero solo son las 11.30 y el lunes la carretera a Madrid los dirigiría irremediablemente de vuelta a la capital de España. Por lo tanto, el sábado se plantea con la calma de quienes disfrutan del tiempo esperado y alcanzado. Una casa en Córdoba les brinda la oportunidad para el deleite sosegado del compás primaveral. Para ellos, los Patios de Córdoba se degustan y se repiten como un plato estacional, aunque la celebración de octubre del año pasado «tenía también su encanto». 

A vista de pájaro

Por entonces, en octubre del 2020, una cámara se deslizaba por un cable para captar el espacio y el tiempo en las calles concurridas, como explican desde la empresa de drones UasBro. Este año, el primer fin de semana lo ha inaugurado también el vuelo de un dron que se ha elevado en Caballerizas Reales a las 11.30. El alcalde de la ciudad, José María Bellido, y la delegada de Cultura, Marián Aguilar, entre otras autoridades del Ayuntamiento de Córdoba, han sido testigos de las primeras imágenes recogidas por el aparato. 

Varios agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional han avalado el recorrido de la cámara que, en tiempo real, registra la afluencia de personas en zonas claves, mientras el controlador ha mantenido un contacto continuo con el aeropuerto. Y eso es posible gracias al trabajo de la empresa cordobesa UasBro, desde la que cuentan que su equipo ha desarrollado un software con inteligencia artificial para realizar las mediciones mencionadas.

El dron cuenta personas y emite alertas. Con los datos enviados se generan, posteriormente, estadísticas. En una escala de colores, el verde indica que los aforos marchan con normalidad. Pasa por el naranja y llega al rojo cuando la superación del límite requiere una alerta. Entonces, llega el turno de la Policía Local, que en todo momento está al tanto de los datos y de la afluencia en los patios.