Opinión | carta ilustrada
Jorge Revuelto
Lo de Rubiales
Nunca un beso había dado tanto que hablar, quizás el beso de Klimt. En cualquier empresa esto se hubiera zanjado rápido, activando el protocolo de acoso y yendo más allá, planteando una denuncia contra el presunto acosador. Desde mi punto de vista, una actitud lamentable y una falta de respeto absoluto, solo le faltó mantear a la Reina y a la infanta, después de haberse sobado los genitales. La no dimisión y la burda justificación de los hechos delatan a este personaje. ¡Roja directa para Rubiales!