La última experiencia hospitalaria vivida por mi mujer, D. J. C. como paciente, aquejada de avanzado Alzheimer y residente en la Residencia Santisima Trinidad y yo como cuidador principal ha sido desde el jueves 11 al martes 16 pasados, para recuperarse de una neumonía que le produjo una broncoaspiración tras vomitar ocasionalmente durante el almuerzo del día 11. Atendida en urgencias del Reina Sofía con esquisitez y profesionalidad fue trasladada al Provincial para su restablecimiento total en la novena planta, habitación 910-2.

No tengo modo alguno, salvo este, de agradecer de todo corazón el trato y atención que le han dispensado en todo momento. Desde la doctora que se hizo cargo de ella y que le ha hecho el seguimiento y evolución favorable hasta el último momento al darle el alta y facilitarme el exhaustivo informe, pasando por el magnífico equipo de enfermeras que no se limitaban solo a aplicarle el tratamiento exclusivamente, sino que compartían conmigo momentos de ansiedad y preocupación. Tengo que hacer mención de una enfermera en concreto, no recuerdo su nombre, pero linda como un ángel, con la que compartí mi fe y creencia en Dios y en Jesús a la que copié la oración que compuso mi amigo sacerdote Antonio J. Reyes porque es muy devota de san José. Al final la copiaré. Y qué decir del personal auxiliar... Con qué cariño y tacto la han atendido, aseándola como si fuera a su propia madre. Viendo que podría dañarse en los talones, una de ellas, tampoco sé su nombre, le puso unos talonamientos protectores.

A todos ellos les mando mi más sincera felicitación, animándoles a que sigan así, con los pacientes fáciles y con los difíciles que gritan a todas horas para que les atiendan inmediatamente. Que la Virgen de Guadalupe les bendiga y el rezo del santo Rosario les ayude. Gracias.