Opinión | Entre visillos

El flamenco y las otras artes

Un libro de Manuel Concha recuerda la influencia del sentimiento ‘jondo’ en la pintura y la escultura, en una rica amalgama de creación y vida

Antonio Fernández Díaz, ‘Fosforito’, acaba de depositar su legado en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes, «catedral literaria», como la definió el cantaor pontanés, que guarda el testimonio simbólico de grandes nombres de la cultura hispanohablante. Porque cultura con mayúsculas ha de considerarse el flamenco, una amalgama de sentimientos ancestrales, emociones y arte, mucho arte en evolución, que desde 2010 es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Sin embargo, no siempre tuvo tan alta apreciación. Durante mucho tiempo el cante jondo, el baile y el rasgueo de guitarra que los acompaña se pasearon degradados por ventas y tablaos de poca monta al servicio de señoritos que, a cambio de una ‘convidá’, trataban a los intérpretes como personal a su servicio. Aquella injusticia social se corrigió y el género musical nacido en Andalucía y ya universal se dignificó sin perder sus raíces populares, siendo hoy una manifestación cultural de primer orden.

A ello contribuyó la atención que, en una especie de solidaridad fraterna, se le prestó desde las otras artes durante la segunda mitad del siglo XX, y esta provincia encabezó ese abrazo amistoso. Fue un renacimiento a base de sensaciones compartidas que ha ido creciendo, pero que se inició en Montilla allá por 1972 con la exposición ‘El flamenco en el arte actual’. En ella se dieron la mano la escultura de Venancio Blanco, la pintura de Antonio Bujalance, la poesía de Francisco Moreno Galván y la crítica fundamentada de Agustín Gómez. Todos bajo la batuta del pintor Antonio Povedano, que tanto hizo por traer a Córdoba la contemporaneidad, y en ella el flamenco se codeaba con las más rompedoras vanguardias. A él, al maestro «que supo como nadie plasmar en el lienzo el desgarro que arrastra al cantaor y lo enajena», dedica Manuel Concha su último libro, en el XV aniversario de la muerte del amigo. Para recordarlo publica también un artículo en la recién aparecida revista ‘Tertulia Plaza de San Nicolás de Córdoba’, una valiente iniciativa editorial. En ‘El flamenco en las artes plásticas’ el reconocido cirujano cardiovascular vuelve a mostrar al humanista que lleva dentro a través de una lección muy ilustrada que conjuga belleza y reivindicación de lo auténtico. Un arte vivo en el que se funden muchas almas sensibles.

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