Opinión | Con detalle
Las clarisas insumisas
Un movimiento cultural, si es tan grande que afecta a las placas tectónicas del sistema de valores, llega antes o después hasta el rincón menos predispuesto. ¿Deberíamos ver la rebelión de las monjas de Belorado como un eco rebotado de la emancipación femenina? Deberíamos. Es una rebelión de género en toda regla: no solo se han hecho cismáticas de la iglesia patriarcal sino que han elegido a su propio macho alfa episcopal, que se librará ahora muy mucho de reñirlas. Son legión las mujeres ajenas o contrarias al feminismo que han sentido la llamada a la insumisión en el reducto mismo de su enclaustramiento, sea familiar, social o conventual. La felicidad de estas monjas es patente en su sonrisa radiante y contagiosa al consumar el alarde. Y, caramba, han tenido un valor que no superan las activistas de Femen, que bien podrían ponerse una camiseta y hacerles una visita solidaria.
* Escritor
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